Una enfermedad silenciosa que limita la vida cotidiana
Hasta el 12% de los colombianos podrían vivir con asma
El asma es una enfermedad crónica caracterizada por la inflamación y contracción de los músculos que rodean las vías respiratorias, lo que dificulta el flujo del aire hacia los pulmones y puede afectar a personas de todas las edades.
Se estima que más de 260 millones de personas viven con esta condición en el mundo, y causa alrededor de 455.000 muertes al año, en su mayoría prevenibles.
El 96 % de estas muertes ocurre en países de ingresos bajos y medios, donde la falta de acceso a medicamentos esenciales, como los inhaladores, sigue siendo una barrera crítica para un tratamiento efectivo.
Un vistazo a Colombia
En Colombia, cerca del 12% de la población vive con asma, y aproximadamente el 18% de estos pacientes son niños.
Sin embargo, se estima que alrededor del 70% de los casos no están diagnosticados, lo que sugiere que la prevalencia real podría ser aún mayor y agrava el alcance de esta condición, que además es una de las principales causas de ausentismo escolar y laboral.
Este impacto no solo responde al número de personas con la enfermedad, sino también a la diversidad y complejidad de las formas en que el asma se manifiesta.
Existen distintos tipos según la frecuencia y severidad de los síntomas: intermitente, leve persistente, moderada persistente y grave persistente.
El asma grave, una de sus expresiones más complejas, representa entre el 5% y el 10% de los casos y requiere el uso continuo de múltiples medicamentos, incluidos corticosteroides en dosis altas y, en muchos casos, biofármacos especializados.
Esta forma puede llevar a hospitalizaciones frecuentes y limita significativamente las actividades cotidianas.
Según la doctora Mónica Olmos, gerente médica de asma grave y EPOC para GSK “uno de los errores más comunes es subestimar el asma cuando los síntomas parecen esporádicos o leves. Pero incluso un caso leve, si no está bien controlado, puede desencadenar una crisis grave que requiera atención de urgencias o incluso hospitalización. La severidad del asma no se mide solo por la frecuencia de los síntomas, sino también por el impacto que tienen en la calidad de vida del paciente y su riesgo de exacerbaciones (episodios de crisis). Por eso es tan importante que los pacientes, cuidadores y profesionales de salud entiendan que el tratamiento debe ser constante y personalizado. Con el manejo adecuado, la mayoría de las personas puede llevar una vida activa, sin limitaciones”.
Frente a este panorama, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que el asma debe abordarse desde una estrategia integral que incluya el fortalecimiento de los servicios de atención primaria, especialmente en contextos con recursos limitados.
Además, hace un llamado a promover la educación y la sensibilización pública como herramientas clave para derribar mitos, reducir el estigma y fomentar un diagnóstico oportuno.
Entender el asma como una enfermedad crónica que puede ser controlada es clave para cambiar su impacto en la vida de millones de personas.
Con un diagnóstico temprano, tratamiento continuo y acceso equitativo a los servicios de salud, es posible reducir las complicaciones, evitar muertes prevenibles y permitir que quienes viven con esta condición respiren con libertad y vivan sin limitaciones.