La base de muchas enfermedades modernas
Inflamación crónica: el enemigo silencioso detrás del cansancio, el dolor y el envejecimiento
¿Te sientes constantemente agotado, inflamado o con molestias que no tienen explicación médica clara?
Puede que no sea estrés, ni solo falta de sueño.
Es posible que estés enfrentando un proceso de inflamación crónica de bajo grado, un desequilibrio silencioso que está afectando a millones en el mundo moderno sin ser diagnosticado.
¿Qué es la inflamación crónica?
La inflamación es una respuesta natural del cuerpo ante una amenaza (como una herida o infección).
Pero cuando este proceso se vuelve persistente —incluso sin un agente claro— se convierte en una amenaza en sí misma.
“La inflamación crónica no duele como una lesión, pero desgasta lentamente órganos, tejidos y sistemas”, afirma la doctora Adriana Cely, médica funcional.
“Es la base de muchas enfermedades modernas, desde diabetes hasta depresión”.
¿Qué síntomas podrían alertarte?
No es fácil de detectar, ya que los síntomas son vagos y pueden confundirse con otras condiciones.
Algunos signos frecuentes son:
– Fatiga persistente.
– Dolor articular o muscular sin causa aparente.
– Confusión mental o niebla cerebral.
– Problemas digestivos frecuentes.
– Aumento de peso inexplicable.
– Cambios en el estado de ánimo (ansiedad, irritabilidad).
– Envejecimiento acelerado de la piel.
“El cuerpo da señales, pero solemos normalizarlas”, comenta Cely. “Y así pasamos años viviendo inflamados sin saberlo”.
¿Qué la causa?
La inflamación crónica puede originarse por múltiples factores:
– Dieta inflamatoria (ultraprocesados, azúcares, grasas trans).
– Estrés crónico.
– Falta de sueño reparador.
– Sedentarismo.
– Exposición constante a tóxicos (ambientales o emocionales).
– Trastornos autoinmunes o desequilibrio de microbiota intestinal.
¿Cómo combatirla?
Tanto la medicina convencional como la integrativa coinciden en que los cambios de estilo de vida son la mejor primera línea de defensa. Aquí algunos aliados:
– Alimentos antiinflamatorios: vegetales de hoja verde, cúrcuma, frutos rojos, pescado azul, jengibre.
– Ejercicio regular de bajo impacto: caminar, nadar, yoga.
– Meditación y respiración consciente para reducir el cortisol.
– Mejorar el sueño: rutina fija, sin pantallas, oscuridad total.
– Evitar alcohol, tabaco y azúcares refinados.
– También existen suplementos naturales como omega-3, probióticos o vitamina D, pero deben ser guiados por un profesional.
¿Y los análisis clínicos?
Algunos marcadores pueden sugerir inflamación crónica, aunque no son concluyentes por sí solos:
– Proteína C reactiva ultrasensible
– Fibrinógeno
– Ferritina
– Niveles de insulina en ayunas
– Cortisol salival
– Una evaluación médica completa, con enfoque integral, es clave para un diagnóstico certero.
– Sanar desde lo profundo
– La inflamación crónica no es una enfermedad en sí misma, pero sí el terreno fértil donde muchas enfermedades crecen.
Escuchar al cuerpo, ajustar hábitos y pedir ayuda profesional a tiempo puede marcar la diferencia entre vivir apagado o vivir con plenitud.
A veces, lo que más necesitamos no es otro medicamento… sino una nueva forma de habitar el cuerpo.