Los misterios científicos de la lactancia

Leche materna: el elixir biológico que apenas comenzamos a comprender

Foto: Pexels
martes 2 de septiembre, 2025

La leche materna es mucho más que un alimento: es una obra maestra bioquímica diseñada a la medida de cada bebé.

Rica en grasas, proteínas, azúcares, minerales y células vivas, esta sustancia ofrece mucho más que nutrición.

A través de ella, el cuerpo de una madre entrega inmunidad, regula el sueño de su hijo, e incluso podría estar moldeando su microbiota y comportamiento desde los primeros días de vida.

Sin embargo, la ciencia apenas está arañando la superficie de sus secretos.

Un campo de estudio rezagado

Aunque los beneficios de la lactancia materna son ampliamente reconocidos, sorprende saber que ha sido poco investigada en comparación con otros productos cotidianos.

En una charla TED, la investigadora Katie Hinde, de la Universidad Estatal de Arizona, denunció que existen más estudios académicos sobre el café, el vino o los tomates que sobre la leche humana.

Solo en 2017, se publicaron casi tres veces más estudios sobre tomates que sobre leche materna. ¿Por qué no ha sido una prioridad científica? Esa es una pregunta sin respuesta clara, pero el interés está comenzando a crecer.

Cuando el bebé enferma, la leche responde

Uno de los hallazgos más fascinantes es que la leche materna parece adaptarse en tiempo real al estado de salud del bebé.

Investigaciones han demostrado que cuando un bebé se enferma —incluso si la madre no lo está— su leche puede multiplicar la cantidad de glóbulos blancos y otras moléculas defensivas.

Un estudio de la Universidad de Australia Occidental halló que en estos episodios, los niveles de glóbulos blancos aumentaban hasta 13 veces.

Otro trabajo identificó un incremento de lactoferrina, una proteína que destruye bacterias dañinas, justo antes y después de que el bebé enfermara.

La teoría más aceptada es que la saliva del bebé, al succionar, lleva información sobre su salud de regreso al pecho, permitiendo que el cuerpo materno responda con precisión quirúrgica.

Hormonas que sincronizan el sueño

El reloj biológico de un recién nacido no funciona como el de un adulto. Pero podría estar “calibrándose” gracias a la leche materna.

Esta contiene melatonina y triptófano —sustancias clave para inducir el sueño— en niveles que varían a lo largo del día. Por la noche, los niveles de melatonina pueden quintuplicarse respecto al día.

Además, hormonas como el cortisol y la cortisona, que ayudan al cuerpo a activarse, se concentran más en la leche de la mañana.

¿Significa esto que la leche materna ayuda a establecer patrones de sueño en el bebé? Es probable.

Lo que aún no se sabe es qué pasa cuando los bebés toman leche extraída a deshoras, o qué implicaciones tiene para los bebés alimentados con fórmula, que no contiene estos ritmos hormonales naturales.

Lejos de ser una simple bebida nutritiva, la leche materna es también un fertilizante microbiano.

Contiene oligosacáridos —azúcares complejos que los humanos no pueden digerir— cuyo único propósito parece ser alimentar a bacterias beneficiosas en el intestino del bebé.

Estas bacterias convierten los oligosacáridos en compuestos que fortalecen el sistema inmune, apoyan el desarrollo cerebral y protegen frente a infecciones.

Este descubrimiento ha llevado a repensar el microbioma infantil: ¿cómo llegan estos microbios al bebé? ¿Vienen en la leche? ¿Del canal vaginal? ¿Del ambiente? Todavía no hay consenso, pero todo indica que la leche es un factor esencial para sembrar y cultivar esa delicada ecología interna.

Una leche distinta para cada bebé

Otra revelación sorprendente: la leche materna no es uniforme. Cambia con el tiempo, varía entre madres y se ajusta incluso al sexo del bebé.

En investigaciones con primates, se ha demostrado que las madres producen leche más abundante para crías hembras, pero más rica en grasa para los machos. Algo similar se ha visto en registros de vacas lecheras.

Estos hallazgos podrían tener implicaciones prácticas en la optimización de leches artificiales o de bancos de leche, para acercarse lo más posible a las necesidades específicas de cada niño.

El hallazgo inesperado: células madre

Tal vez el descubrimiento más intrigante ocurrió en 2007, cuando científicos hallaron células madre vivas en la leche humana.

En estudios con ratones, se observó cómo estas células traspasaban las paredes del estómago de las crías y se integraban en sus tejidos, permaneciendo activas incluso en la adultez.

En laboratorio, estas células pueden cultivarse y formar estructuras similares a órganos, como los alvéolos de la mama.

No solo representan una ventana fascinante hacia la biología de la lactancia, sino que abren potenciales aplicaciones en medicina regenerativa.

La leche materna es más que un alimento: es una sustancia viva, inteligente, adaptativa. Contiene la sabiduría evolutiva de millones de años y un potencial médico aún inexplorado.

Lejos de ser simple o estática, es una tecnología biológica avanzada que apenas comenzamos a descifrar.

Este texto fue elaborado por un periodista del Diario Occidente con ayuda de la Inteligencia artificial.


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