Cabello afro, un mundo por descubrir “Nunca pedí que me alisaran”
POR: YESSICA DIUZA
ESTUDIANTE DE OCTAVO SEMESTRE
@YESSLEMOS
Ahí viene la coquimba, La que tiene la cabeza veringa, La afruda, peliquieta, la pelichontuda Existe la alisadora, vaya y se peina
Era la canción que le cantaban a Mariela en el colegio. Cuando cumplió 15 años se alisó y prometió que lo mismo haría con sus hijas.
Las mujeres cimarronas esclavizadas trenzaban con astucia en su cabello las rutas de escape, que memorizaban, para escabullirse de sus captores. En turbantes escondían semillas y frutas para sobrevivir en la selva.
Entonces, el cabello afro era símbolo de libertad; ahora es motivo de vergüenza, por lo que muchas mujeres negras deciden alisarse.
A Samira Garcés la alisaron desde pequeña con una crema americana para niñas. “Venía con un CD, mi mamá decía que tenía el cabello muy duro y que no se podía manejar. Ponía la canción en inglés, yo la cantaba mientras me la aplicaba. Para nosotras, el cuento del alisado es tradición de familia, para evitar burlas”, afirma.
Pero ella decidió dejar de alisarse y hace cinco años lleva su cabello al natural.
A Ketty Perea la alisaron cuando tenía 11 años. “Fue por mi madre, que estaba cansada de peinarme, entonces optó por suavizarme la parte externa del cabello. Así duré hasta que entré a la universidad”, recuerda.
Ella se alisaba cada mes hasta que se cayó totalmente. “En ese momento decidí dejar de usar químicos, me hice trenzas corridas para que creciera y empecé a llevar mi cabello afro. Han pasado seis años, me siento libre y fue un cambio positivo”, comenta.
En regiones como Chocó, Buenaventura y Cali, existe la tradición de alisar a las niñas al cumplir 15 años, porque el cabello liso pasa a ser un símbolo de belleza y madurez.
La historia del alisado data del siglo pasado. En 1913, un sastre afroamericano, arreglando una de sus máquinas de coser dejó caer un producto que contenía lejía y vio cómo una prenda se estiraba; lo probó en su cabello y luego lo comercializó.
El negocio de productos capilares mueve grandes sumas de dinero a nivel mundial. En Colombia se venden libremente, hay muy poca regulación y no se prevén los daños que pueden causar a la salud.
Diego Valencia Lucumí, cirujano plástico, realizó una investigación en la que descubrió los efectos que causan los químicos al ser aplicados directamente en el cuero cabelludo.
“Los que sirven para alisar tienen un PH alcalino y contienen soda caústica, formol y ácido sulfúrico. A algunas marcas les agregan otras sustancias como fórmula secreta para marcar la diferencia; lo que muy poca gente sabe es que esos productos se pueden absorber, llegan a la sangre y dañan las hormonas femeninas que son las más sensibles. Aparte, causan irritación, quemaduras, pérdida de sensibilidad y alopecia en el cuero cabelludo”, afirma Diego.
Jessica Bravo creó la línea de productos naturales Afronía: “La idea nació de una experiencia personal. Yo antes tenía el cabello alisado y una vez me quemaron el cuero cabelludo, en ese momento me surgieron tantas preguntas, como cuál era la razón que me llevaba a hacerlo, si nunca me había gustado. Así empecé a buscar información”.
“Nunca pedí que me alisaran el cabello, no recuerdo cuándo fue la primera vez, estaba muy niña”, agrega. Como no se sentía a gusto con su apariencia, se lleno de valor y cortó su cabello.
“A medida que el pelo iba creciendo me di cuenta que aquí en Colombia no había productos naturales para nuestro tipo de cabello, afro, fue entonces que empecé a vender la mascarilla capilar de manteca y el aceite de coco. A medida que iba teniendo más experiencia con las clientas desarrollé toda la línea completa”, explica.
Por su parte, para Samira, “el problema es que se crece creyendo que el cabello de uno es feo, malo y que es lo peor que se puede tener en el cuerpo. La alisadora es como la solución para mejorar.
Eso tiene que ver mucho con lo que viene de atrás y no es culpa de mi mamá, porque a ella su mamá se lo enseño así y son tradiciones con las cuales hay que romper”.
Llevar el cabello alisado, afro, o con trenzas debe ser una decisión propia y no algo impuesto. Lo importante es aceptarse y no sentir vergüenza por lo que se es. El reto es concientizar a las comunidades negras para que se acepten tal cual son y a las madres para que no pongan en riesgo la salud de sus hijas a temprana edad.