Algunos ejercicios prácticos
Cómo elevar nuestra consciencia sin complicarse la vida
En medio del caos urbano, los correos sin leer, las tareas domésticas y las noticias que abruman, hablar de “elevar la consciencia” puede sonar, en el mejor de los casos, lejano. En el peor, pretencioso.
Pero ¿y si no lo fuera? ¿Y si elevar nuestra consciencia no se tratara de escapar del mundo, sino de habitarlo mejor?
Elevación de consciencia suena a algo místico, casi esotérico.
Pero, en realidad, es un proceso profundamente humano: consiste en estar más presentes, más atentos, más conectados con nosotros mismos y con los demás.
Y no, no exige cambiar de país, ni dejar el celular (aunque a veces ayude).
Se puede empezar aquí mismo, con estas cinco prácticas cotidianas:
Haz una pausa consciente, al menos una vez al día
No hace falta meditar durante una hora. Basta con detenerte un minuto.
Literalmente. Un minuto para respirar profundo, cerrar los ojos si puedes, y observar cómo estás.
Sin juicio. Solo observar. ¿Estás tenso? ¿Cansado? ¿Contento? ¿Hambriento? Esa pausa es una forma de volver a ti, de salir del piloto automático.
Ponle atención a lo que haces (aunque sea lavar los platos)
La consciencia no se eleva solo con grandes ideas, sino con pequeños gestos.
Puedes convertir actividades rutinarias —lavar los platos, caminar, preparar café— en momentos de atención plena. Observa el agua caer, siente el calor de la taza, escucha los pasos.
Cuando tu mente quiera irse a otro lado, tráela de vuelta. Esa práctica sencilla entrena tu presencia.
Cuestiona tus reacciones (sin culparte)
No se trata de evitar sentir, sino de entender por qué sientes lo que sientes.
¿Te molestó un comentario? ¿Te sentiste rechazado por un mensaje no respondido? Pregúntate: ¿es verdad lo que estoy pensando? ¿Esta emoción tiene raíces más profundas?
A veces, detrás de un mal humor hay miedo. Detrás de una rabia, hay tristeza. Ser conscientes es escarbar un poquito.
Consume menos ruido, escucha más silencio
Nuestra atención está secuestrada por pantallas, notificaciones y contenido constante.
Elevar la consciencia implica hacer espacio: para escuchar el silencio, para aburrirse incluso, para conectar con lo que no hace bulla.
De vez en cuando, apaga la música, el televisor o los audífonos.
Deja que el entorno te hable. A veces el alma susurra, pero estamos demasiado ocupados para oírla.
Agradece, sin rituales, sin cursilería
No necesitas hacer listas de gratitud ni dar discursos.
Pero sí detenerte a reconocer algo bueno cada día. Que el bus llegó a tiempo.
Que el café estaba bueno. Que tuviste un rato de calma.
El agradecimiento no es una fórmula mágica, pero sí un acto que suaviza el corazón y cambia la forma en que miras la vida.