El ciudadano moldeado por la pandemia

¿Cómo es el nuevo ermitaño?

miércoles 10 de junio, 2020

El nuevo ermitaño. Así puede designarse al nuevo ciudadano que se ha configurado por efecto de la pandemia, que además de estar creando un nuevo consumidor, una persona con distintos hábitos, parece estar dejando también una significativa lección de humildad.

La pandemia ha puesto en jaque a todos. Sin duda, a algunos más que a otros, por cuenta de los efectos que la covid-19 ha tenido -en parte- sobre la economía en general. En lo macro, afirman expertos, los niveles de deuda pública serán monumentales.

En lo micro, ha habido un impacto directo para un sector de la población por sus modelos de subsistencia, pues se trata de uno que vive (sobrevive) de las ventas del día a día. En cualquier escenario, las dinámicas y modus vivendi de todo y todos han cambiado.

Lujos, ¿para qué?

Así pues, la pandemia quizás ha creado en cada persona a este nuevo ermitaño, como lo califica el presidente ejecutivo de Fasecolda y docente del CESA, Miguel Gómez Martínez, y cuyo término trascendió durante el evento ‘Reinvención para la reactivación’.

El confinamiento decretado, como forma para favorecer el distanciamiento social y prevenir el coronavirus, le ha develado a esta nueva ciudadanía que puede reducir sus necesidades al máximo. Por lo menos, y en palabras del escritor y columnista Héctor Abad Faciolince, reorganizar el orden de las prioridades. A preguntarse quizás qué es realmente lo importante y no lo chévere: “lo más importante es producir comida, saber prepararla y distribuirla.

Lo más importante es tener agua limpia para lavarse las manos. Lo más importante es tener una casa con aire y espacio, y un parque verde en el barrio para poder pasear a distancia”.

Actualmente, es habitual escuchar conversaciones entre familiares y amigos sobre haber trabajado muy duro en casa, pero “en sudadera y unos zapatos viejos pero muy cómodos”.

“Nos hemos concentrado en comer más sano, en hacer ejercicio, en enriquecernos de muchas maneras; en aprender tomando cursos, y en darnos cuenta que sí podíamos tener menos necesidades y por supuesto menos lujos”, expresa Miguel Gómez Martínez. Y se pregunta: “actualmente, un carro para qué?, ¿joyas para qué y para lucir ante quién?.

Se trata de hechos que sin duda ya empezaron a sentirse y a tener efectos en la economía de la demanda. Según Andemos, Asociación Nacional de Movilidad Sostenible, la cuarentena propició una caída del 39% de las ventas de carros (12.290) en el país, en comparación con la misma época del año pasado (marzo 2019/20). Además de la familia, componentes como el tiempo y el espacio (el hogar de habitación) han cobrado más valor que nunca en este confinamiento.

En efecto, antes de la pandemia, reflexiona Gómez Martínez, lo que existía era una “relación hotelera con nuestro hogar, y estar en él con nuestra familia es algo que disfrutamos”.

Humildad del tener y del ser

Por otro lado, quizás el nuevo ermitaño se adecúe al estatismo, pues se convence aún más de que el costo de la movilidad, en términos de tiempo, no es un asunto menor. Ciertamente, la pandemia, que llevó a decenas de miles de personas al teletrabajo (y a aumentar mucho más la cifra de 120 mil teletrabajadores que hay en Colombia, según estimativos del MinTIC), “nos ha enseñado no solo que el tiempo tiene valor y que es mejor no perderlo en un trancón; sino además que con conexiones remotas desde cualquier lugar, no hay excusas para la impuntualidad. La relevancia de la puntualidad, es una enseñanza más”, anota Gómez Martínez.

El mismo confinamiento, ha permitido decir ‘¡presente!’ a otras formas de existencia, con la inédita aparición de especies en grandes ciudades, lo que pone a reflexionar no solo sobre la humildad del tener, sino también del ser.

Comments

Otras Noticias