Autenticidad y libertad: ¿Quiénes somos?

Cuando la autenticidad amenaza el apego, el apego triunfa sobre la autenticidad

Foto: Pexels
jueves 18 de abril, 2024

Por: Nadia Ibarra
Coach hipnoterapeuta clínica
@nadiaymascartagena

No es de extrañar que nos cueste tanto creer que si mostramos nuestra manera más genuina de ser a otra persona, sintamos miedo de que no nos amen, elijan y respeten tal cual somos.

Esta es la paradoja en las que muchos adultos nos debatimos y que es difícil albergar en nuestra cabeza de forma simultánea dos pensamientos contrarios: nuestra legítima autenticidad o nuestro apego, ambos basados desde la aceptación y el amor propio o de alguien más.

¿Sabes por qué sucede esto? ¿Quieres saber por qué?

Por que estamos diseñados para el apego, este apego es necesario para la supervivencia y tenemos la necesidad de ser amados, elegidos, protegidos y priorizados tanto como la necesidad de ser auténticos.

Es duro pensar que muchos de nosotros debemos negociar para seguir unidos a alguien, despidiéndome de mi y abandonarme o seguir siendo fiel a mi mismo.

Lo que es muy cierto es que esto se debe a la forma de comerciar con nuestra autenticidad en búsqueda del apego.

Desde nuestra infancia temprana esencialmente aprendemos a amar y a conectar con los demás en función de lo que aprendiste sobre el amor y la conexión de tus padres o cuidadores, la calidad de este vínculo (seguro, inconsistente, inseguro, etc.) contribuye en cómo tu cerebro se conecta a sí mismo para responder a la angustia de la relación e impactando en cómo reaccionas y te comportas cuando sientes que tu relación está siendo amenazada.

Inadvertidamente tu estilo de apego se convierte en la forma en que manejas tus sentimientos y enfrentas la ansiedad o la angustia como adulto.

Auténticos

Ser auténticos es tener la libertad de ser, de sentir y desenvolverme de la manera más legitima posible desde el ser. Sin embargo, cuando la autenticidad amenaza el apego, el apego sobrepasa la autenticidad.

Por esta razón cuando somos niños y somos criticados desde nuestra autenticidad por nuestros padres o cuidadores, el niño no deja de amarte a ti como padre, pero sí deja de amarse a él mismo. Dejando de lado su parte más auténtica sólo para ir en busca del apego.

De niños nos amoldamos tanto que vemos lo que hace felices a nuestros padres o cuidadores para ir en búsqueda de ese amor o aceptación, por ejemplo, como sacar buenas notas porque eso pone muy contento a papá, si perdemos peso, llamaremos más la atención, ayudando a mamá conseguiremos que no esté tan triste; es decir, aprendimos a amoldarnos para asegurarnos de que nuestros padres no nos abandonaran, rechazaran y criticaran. Y de adultos desafortunadamente jugamos el mismo juego.

Piénsalo bien, nos convencieron de que siendo distintos de como somos en realidad, conseguiríamos lo que más anhelamos.

Si me convierto en quien tú necesitas que sea, tendré la garantía de contar con tu amor, con tu aprobación y validación. Es una forma de autoprotección a la que te acomodaste a toda costa.

Es así como aprendimos a desprendernos de nuestro más autentico yo a cambio de seguir apegados, transformándonos en lo que hoy somos para obtener lo que consideramos que necesitamos.

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