Más allá del planisferio de crochet, historias de vida

El proyecto Tejido Social y su impacto en la comunidad

martes 1 de octubre, 2024

Por: Rosa Maria Agudelo Ayerbe

He seguido el proyecto “Tejido Social por el Medio Ambiente” desde el primer grannie dibujado en un papel y un boceto a mano alzada del planisferio.

Hoy aunque la belleza y la meticulosidad de la pieza me impresionan, lo que más me conmueve son las motivaciones que han llevado a tantas personas a sumarse a esta iniciativa.

En el taller de Amelia Rosa Marín, mujeres de avanzada edad desempolvaron sus agujas de crochet motivadas por sus hijos; miembros de una fundación en la sabana de Bogotá enviaron 10 grannies.

En la carta remisoria manifestaban haber querido hacer más pero no contaban con suficientes recursos para más hilo ni para el transporte.

Varios cabildos indígenas se vincularon porque el proyecto involucraba el tejido y la protección de la tierra, dos de sus principales legados ancestrales.

Muchas tejedoras manifestaron que, por primera vez, escucharon que sus trabajos eran valiosos y hermosos.

Escuché abuelas contar emocionadas que sus nietos querían aprender a tejer como ellas.

También me impacto escuchar de varias amas de casa que el crochet había sido hasta el momento su refugio pero que ahora encontraban en el proyecto un espacio de conexión con algo más grande.

Las hacía sentir orgullosas ser parte de un proyecto de gran valor para su comunidad.

Así, cada vez que iba al taller veía como entre puntada y puntada se entrelazan historias y experiencias. A medida que el tapiz iba creciendo, las tejedoras iban haciendo más maravillosas.

El tapiz fue haciendo magia en el espíritu de muchas de ellas. “Hemos visto cómo jóvenes y adultos mayores conversan y comparten mientras tejen. Personas con diferentes condiciones económicas, educativas y sociales pueden compartir un mismo espacio y disfrutar juntas”, señala Nataly Pérez.

Y es que detrás de cada aguja, todas las tejedoras se vuelven iguales, fortaleciendo la creatividad a través del trabajo en equipo.

Tejiendo sociedad

Ahora, el proyecto está en la recta final. Las tejedoras están dando las últimas puntadas al tapiz monumental de 10 por 5 metros que se regalará a Cali con motivo de la COP16.

En el taller de Amelia Rosa Marín, ya se puede apreciar la obra, que será exhibida en el emblemático edificio de Coltabaco como parte de la muestra artesanal en la Zona Verde de la COP.

Sin embargo, su verdadero valor va más allá de su presencia artística.

El “Tejido Social” ha sido un esfuerzo colectivo donde participaron cerca de 300 tejedoras de diversas regiones y del extranjero. Muchas de ellas no se conocían, pero se unieron con un propósito común.

Amelia Rosa Marín comenta: “Este proceso me ha hecho meditar sobre lo sencillo que podría ser fortalecer el tejido social en Colombia. Todo lo que se necesita es un espacio de conexión y un propósito común”.

El proyecto no solo creó una obra artística, sino que también construyó comunidad. El proyecto “Tejido Social” es un ejemplo del impacto de la aplicación de metodologías cocreativas, donde la participación y la creación conjunta juegan un papel protagónico.

Las mujeres involucradas le dieron vida a la idea de la artista, aportando cada una sus habilidades, perspectivas y experiencias.

Este proceso permitió que la obra final no solo reflejara una diversidad de manos y talentos, sino también un sentido de comunidad y pertenencia.

A través del crochet, las participantes encontraron un espacio para compartir sus historias y valores, formando una red tan fuerte como los grannies que conforman el tapiz.

La importancia de este tipo de iniciativas también radica en su capacidad de enviar mensajes colectivos.

“En este caso, lo hacemos a favor del medio ambiente, pero existen muchos más temas que nos pueden unir”, expresó una de las entusiastas tejedoras.

El arte como herramienta de conexión social

El proyecto “Tejido Social” también es ejemplo del poder del arte para fortalecer la conexión social.

Este fenómeno, poco explorado, se alinea con estudios como el realizado por Ñáñez-Rodríguez y Castro-Turriago en el Colegio San Bonifacio de Ibagué.

Los investigadores le hicieron seguimiento durante cinco años al tema y concluyeron que “el arte contribuye a que los individuos se relacionen con la sociedad, se integren en una comunidad, generen identidad y sentido de pertenencia, creando lazos de solidaridad y respeto”.

Ana Mercedes Vernia, investigadora en proyectos artísticos, también destaca que “la música y el arte se comportan como un nexo de unión capaz de mejorar las competencias sociales y personales, potenciar la motivación y autoestima, y actuar como una herramienta de inclusión educativa y social”.

Este principio se materializó en “Tejido Social”, donde las participantes encontraron un espacio de apoyo y creatividad compartida.

Más allá de lo artístico, este planisferio de crochet es un ejemplo del poder del arte para sanar nuestras diferencias y fortalecer el tejido social.

“Sería ideal que los gobiernos impulsaran y apoyaran este tipo de iniciativas”, concluye Amelia Rosa Marín, dejando un mensaje claro: las creaciones conjuntas pueden ser un verdadero motor de transformación en la sociedad.


El proyecto ‘Tejido Social’ avanza a pasos agigantados. Con las manos y el corazón de tejedores de todo el país, la monumental obra de 10 metros por 5, un planisferio de crochet, se encuentra en su fase final,  vea aquí como avanza el planisferio de Crochet para Cali

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