Aprendamos a vivir sin miedo
La incertidumbre: un arma que fractura la democracia
Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente
Esta semana Colombia volvió a sentirse en el filo: audios de un posible golpe de Estado. Un elemento más tras los llamados a una constituyente que abriría la puerta de la reelección.
Mensajes que nos empujan entre la confusión y la expectativa. La incertidumbre se ha instalado como parte de nuestra cotidianidad.
¿Qué es la incertidumbre y por qué importa?
La incertidumbre no es simplemente no tener toda la información. Según Ulrich Beck, uno de los principales teóricos de la sociedad del riesgo, vivimos en una era donde la complejidad y la velocidad de los cambios superan nuestra capacidad de comprenderlos y gestionarlos.
No sabemos qué no sabemos. Son los “unknown unknowns” de los que hablaba el filósofo Donald Rumsfeld, que se convierten en una niebla densa sobre la que caminamos.
Zygmunt Bauman lo explicó de forma sencilla: la modernidad líquida se caracteriza por un constante estado de transitoriedad, donde nada permanece lo suficiente para ofrecer certezas.
En ese escenario, la incertidumbre se convierte en una condición estructural de la sociedad actual.
La incertidumbre, amplificada por las redes
En el pasado, la incertidumbre se vivía en las calles, en las conversaciones de esquina, en los rumores de paro o golpe de Estado.
Hoy, las redes sociales actúan como amplificadores. Lo que antes tardaba días en expandirse, hoy se viraliza en segundos.
Los algoritmos juegan un papel decisivo. Según Shoshana Zuboff, en su libro “La era del capitalismo de la vigilancia”, las plataformas priorizan el contenido que genera emociones intensas, entre ellas el miedo y la indignación, porque mantienen a los usuarios enganchados.
De este modo, la incertidumbre se convierte en un producto que se distribuye y consume masivamente.
Una estrategia política disfrazada
La incertidumbre no siempre es accidental. Se convierte en una herramienta de poder.
Levitsky y Ziblatt, en “Cómo mueren las democracias”, advierten que las tensiones y la polarización suelen ser alimentadas deliberadamente por líderes que necesitan un enemigo para consolidar su discurso.
La incertidumbre genera confusión, la confusión genera miedo, y el miedo facilita la manipulación.
Así, lo que debería ser un escenario de debate se convierte en un terreno de desconfianza. Las sociedades se fragmentan en “nosotros” contra “ellos”, y la política deja de ser el arte de construir acuerdos para transformarse en la habilidad de ganar peleas.
El impacto en nuestra democracia
Cuando la incertidumbre se normaliza, la democracia se debilita.
La desinformación, las noticias falsas y los audios manipulados minan la confianza en las instituciones.
La ciudadanía se siente perdida, cansada y frustrada. Muchos prefieren desconectarse, otros se radicalizan.
La polarización se alimenta en este ambiente. Cada fake news, cada rumor sin verificar, cada discurso que siembra sospechas, fortalece esta fractura.
La democracia necesita de la confianza, y la incertidumbre actúa como un ácido que la corroe lentamente.
¿Cómo enfrentarla?
Aceptar que la incertidumbre existe no significa resignarse a ella. Implica entenderla y prepararse.
El filósofo Edgar Morin habla de la importancia de aprender a navegar en la incertidumbre. La resiliencia, dice, es la capacidad de adaptarse sin perder el rumbo.
Eso requiere ciudadanos informados, medios que ejerzan el periodismo con rigor y gobiernos que actúen con transparencia.
Necesitamos educación digital, pensamiento crítico y espacios de conversación que permitan reconstruir la confianza.
En la Escala de Conciencia de David R. Hawkins, el miedo se ubica en 100, un nivel que paraliza, divide y deja a las personas atrapadas en la supervivencia emocional.
La incertidumbre, al no resolverse y mantenerse como estado colectivo, tiende a arrastrarnos hacia este nivel de miedo y ansiedad, alimentando discursos de control y fragmentación que debilitan la democracia.
Hawkins advierte que operar por debajo de 200 nos mantiene en dinámicas de fuerza, resistencia y desconfianza. Para superar esta trampa, se requiere el coraje (200) de enfrentar la incertidumbre con participación activa y pensamiento crítico, permitiendo que la sociedad avance hacia estados de mayor conciencia como la aceptación (350) y la razón (400).
Así, transformamos la incertidumbre de un arma de control en un motor de reflexión y construcción colectiva.
El coraje, como explica David R. Hawkins, no es la ausencia de miedo, sino la decisión de actuar a pesar de él.
En su escala de conciencia, el coraje marca el punto de inflexión, el nivel 200 donde pasamos de la fuerza que divide al poder que construye.
El coraje nos saca de la parálisis de la incertidumbre y nos invita a la acción responsable. Como sociedad, desarrollamos coraje cuando dejamos de esperar certezas y nos comprometemos a participar, a informarnos y a dialogar, aunque no tengamos todas las respuestas.
Crece cuando elegimos la cooperación sobre la confrontación, la verdad sobre la comodidad de los rumores y la empatía sobre el juicio.
Es un músculo que se fortalece con cada acto ciudadano que prioriza el bien común, recordándonos que las democracias se sostienen no por la ausencia de miedo, sino por el coraje de sus ciudadanos para enfrentarlo juntos.
Una decisión colectiva
La democracia, como advirtió Alexis de Tocqueville, es frágil. Se sostiene en el compromiso de cada ciudadano de cuidar lo que nos pertenece a todos.
Debemos ser conscientes de que la incertidumbre no siempre es casualidad. Muchas veces es estrategia. Los mensajes ambiguos, los rumores que se propagan y las verdades a medias no solo desinforman: buscan desestabilizar, dividir y debilitar nuestra confianza.
Comprender esto nos permite decidir con claridad, no desde el miedo, sino desde la responsabilidad de ciudadanos que no se dejan arrastrar por la confusión.
La incertidumbre puede ser el terreno donde se juegan los intereses de unos pocos, o puede ser la oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con la democracia.
La diferencia está en qué conciencia elijamos como sociedad al momento de escuchar, compartir y actuar.