Fátima Lozano y sus 50 años de vida artística
“La Chocoanita”, voz telúrica del Pacífico
Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente
Fátima Lozano “La Chocoanita”, es artista polifacética: actriz, bailarina y cantante. Este jueves 8 de agosto, con un concierto en “La Obra, Show Bar”, celebrará sus cincuenta años de vida artística.
En los años 70 participó en el Teatro Foro de Cali, en los 80 bailó en las danzas Tierra Colombiana de Eucario Bermúdez, dirigida por el maestro Fernando Urbina, y en los 90, lanzó Mi Catanga Nueva, un disco larga duración que recopila repertorio tradicional del Litoral Pacífico, un bolero de Marco A, Posada y un currulao pregón de Volney Naranjo.
En la tercera versión del Festival de Música del Pacífico “Petronio Álvarez”, hizo parte del jurado que escogió a los artistas finalistas y ganadores en las distintas modalidades.
Se cumplen 50 años de vida artística que los continuó cantando en reconocidos escenarios de la ciudad. En su repertorio, figuran: Mi catanga nueva, Pregón caleño, Leyenda negra, Mi río San Juan, Mañana puedes irte, Buenaventura se quema, El coco, Son de bahías, Adiós mi vida y Maximino, entro otros temas.
Fátima, amablemente, atendió esta entrevista para el Diario Occidente.
¿Cómo nació tu vocación?
Nací en Condoto, que además de municipio minero (oro y platino), es importante fuente cultural folclórica de Colombia. Senén Ignacio Lozano Guerrero, saxofonista y clarinetista, y la maestra Carmen Geovo Candia, mis padres, me cultivaron el amor hacia la música.
Mis vocaciones artísticas las exploré en el Instituto Popular de Cultura en Cali, las danzas bajo la dirección de Lorenzo Miranda y Yolanda Azuero de Bolívar. La música con las clases de solfeo que me impartió la profesora Arcadia Saldaña y la técnica vocal con la maestra Emperatriz Figueroa.
¿Quiénes influyeron en tu estilo
Desde la edad de tres años escuchaba boleros en la radio y muy niña comencé a ver películas mexicanas, por eso, cuando bailo reflejo influencia mexicana, por ejemplo, de Rosa Carmiña y la Tongolele. En música me influyeron Toña La Negra, Olga Guillot, Celia Cruz y Celina.
Años después, en los 60 y 70, el ye-yé, el go-gó y las baladas, me marcaron mucho, aunque me acomodo a ritmos y géneros nuevos de artistas emergentes con gran trayectoria, como el Grupo Niche, Guayacán y otras más. Pero, mi amor por la música del Pacífico, de mi tierra chocoana, especialmente las canciones más antiguas, innegablemente determina mi estilo, mi ADN musical.
Actuar, danzar y cantar: ¿cuáles gratitudes?
Muchas. Participé en “Papá Montero” y “El Chigualo”, con el Teatro Foro de Cali, dirigido por Álvaro Arcos, hoy Cali-Teatro.
También en la ópera “Banana Split”, escrita y dirigida por el argentino Andreoni y producida por mi amigo y mentor Germán Patiño Ossa (q.e.p.d). Continúo siendo bailarina, con la misma pasión que inicié como estudiante del IPC, y seguí en el Ballet Tierra Colombiana de Bogotá, junto a su fundador y director Fernando Urbina, a quien agradezco su paciencia.
En relación con la música, desde niña canté en las escuelas y colegios de mi pueblo, y después forjé mi camino con tenacidad y las ganas de dar lo mejor de mí en los escenarios.
Mi gratitud con dos grandes amigos Wilman y Maité, quienes me brindaron la oportunidad de ser “La Chocoanita”, en ese “Viejo Rincón” de mis amores, durante catorce años fueron mis amigos del alma. En el Viejo Rincón viví muchas cosas lindas, reconocimientos, eventos, ser jurado en concursos de canto, viajes al exterior y, la mayor gratitud, recibir el cariño de un público que me sigue admirando.
Después, viene esta época con Anabella y Andrea y los socios que permitieron retomar mi luz, mi horizonte y mi alegría de volver a los escenarios; a ellos y a mi familia solo puedo decirles: ¡Gracias por tanto amor!
¿Quiénes más te apoyaron?
En mis haberes hay una creación musical producida por Sonolux, algo que se dio por suerte o milagro. El contacto se lo debo al compositor Volney Naranjo, quien me propuso interpretara dos temas de su autoría. Él invitó a Javier Yepez, productor musical de Sonolux, a que me escuchara en El Viejo Rincón y cuando bajé del escenario, se me acercó y me dijo “Chocoanita, desde hoy considérese artista de Sonolux”.
Como condición, escogería un bolero, yo otro y, la decisión conjunta, que no faltaría el tema tradicional “El Coco”. También guardo eterna gratitud con la Universidad Libre, por su apoyo incondicional a mi carrera artística en ascenso, siempre me concedieron permiso para mis presentaciones y grabaciones, me expresaba su orgullo institucional, pues yo laboraba en esa Alma Máter.
Como exfuncionaria, quiero aprovechar esta entrevista para agradecer a la memoria de personas, que conservo en mi corazón y contribuyeron con mi carrera: Carlos Holguín, Germán Villegas, Andrea Buenaventura y Germán Patiño Ossa. Dios siempre ha puesto personas en mi camino y me ha llenado de ángeles. Mi familia y mi hija Yessenia, han sido mi inspiración, para ellos todo el amor que pueda darles.
¿Mensaje para tus coterráneos?
Con tristeza reconozco que el Chocó no es ni sombra de lo que viví en mi infancia, Era un pueblo que recorría sin miedo a cualquier hora.
Cuando salí de mi tierra solo pensaba pasar afuera algún tiempo, porque mi madre, nacida en Quibdó, nunca quiso abandonar su terruño, ni a Condoto, donde nacieron sus once hijos y trabajó de maestra. El Chocó, como dice una canción: “Viendo tu camino tan olvidado Chocó querido lo que tú has sufrido sin tu destino poder cambiar…” sigue siendo una realidad.
Creo que a los dirigentes chocoanos les ha faltado amor y sentido de pertenencia por su tierra. Condoto es uno de los pueblos con menos problemas, pero falta muchas obras sociales, educación, salud y deporte. En el Chocó hay talentos en todas las áreas, intelectuales, culturales, deportivas, gente brillante que necesita apoyo, fortalecimiento y visibilidad.
¿Algún otro mensaje?
No quiero utilizar frases de cliché, pero siempre confíen que “los sueños se harán realidad”; les digo a mis paisanos que si quieren cantar, bailar, ser músicos, hacer teatro, no lo duden, no flaqueen; estas son también profesiones como ser médicos, abogados, ingenieros u otras; lo importante es que lo hagan con tenacidad y amor.
A mi Cali Bella, ciudad que me adoptó, le expreso: ¡Gracias porque te debo todo lo que soy como artista! Ojalá en mi tierra, me reconocieran tanto como aquí. Por siempre ¡Gracias!