El impacto de la autoexplotación en nombre del éxito
La glorificación de la vida ocupada
Por Dayana Alexandra Carabalí Puerta
A menudo surge una pregunta acompañada de un sentimiento de angustia ¿debería haber logrado más a mi edad? La presión de ser una persona exitosa o convertirnos en lo que distintas personalidades del internet llaman: ser nuestra mejor versión, nos ha llevado a pensar que lo correcto es permanecer siempre ocupados, siempre productivos persiguiendo un ideal de éxito que muchas veces ni siquiera tenemos claro, o no está alineado con nuestros valores y deseos, sino con lo que creemos que deberíamos ser o tener.
El discurso de la autorrealización ha desencadenado en nuestras sociedades una especie de cultura del rendimiento que deriva en la autoexplotación en nombre del éxito y la libertad; paradójicamente, tenemos menos tiempo y menos libertad.
En nuestra realidad actual, las personas se explotan a sí mismas de manera voluntaria porque consideran que su valor está determinado por la cantidad de cosas que hacen en el día a día, entre más mejor, con tal de no ser percibidos socialmente como vagos y perezosos.
Se le resta importancia al descanso, las aficiones o hobbies, el autocuidado, las relaciones personales, el desarrollo personal etc., reduciendo la experiencia humana al ser productivo.
El ritmo de vida que nos hemos impuesto, ha minado nuestra salud mental y física, a tal punto que, como bien lo explica el filósofo surcoreano Byung-Chul Han en su libro La sociedad del cansancio, las enfermedades de hoy, ya no son provocadas por virus o bacterias, según el filósofo las enfermedades de nuestra época son principalmente neuronales: depresión, trastorno por déficit de atención, síndrome de desgaste laboral o burnout etc., incluso, muchas enfermedades y trastornos conocidos tienen su origen en el estado mental del paciente; el cuerpo expresa físicamente su malestar psicológico.
¿En qué momento nos pusimos todos de acuerdo en que la vida humana se basa en cuan productivos podemos ser, y el descanso son horas perdidas o un premio que hay que ganar? El autocuidado que incluye el descanso, es un derecho y una necesidad para nuestra salud física y mental.
De hecho, priorizar nuestra salud de manera integral, nos lleva ineludiblemente a ser mejores personas: gestionamos mejor nuestras emociones, tomamos mejores decisiones etc.,
Sobre el tema del autocuidado, me veo en la necesidad de hacer un paréntesis, ya que a día de hoy abundan una cantidad de mensajes en redes sociales que pueden llegar a distorsionar el concepto, convirtiéndolo en una guía de pasos que terminan por romantizar el hiperconsumo, a fin de alcanzar un supuesto bienestar que sólo existe en la pantalla para obtener validación social.
Ojo, que no hay nada de malo en querer mejorar, siempre y cuando lo hagamos pensando en nuestras propias necesidades, intereses y motivaciones y no en las vidas idealizadas que se promueven en internet.
Rendimiento y la autoexplotación
A este punto, es imperioso resignificar la vara del éxito y revisar la verdadera esencia del cuidado personal (o self-care para las generaciones más jóvenes).
No tiene que ver con el alto consumo de productos, mucho menos con rellenar cada espacio de nuestra agenda con actividades.
No eres más productivo o competitivo por dormir menos horas, doblarte en el trabajo o inscribirte en mil cursos.
Esta fórmula de la autoexigencia sólo nos conduce al cansancio extremo, y al contrario de lo que muchos puedan considerar, nos aleja del desarrollo individual y colectivo.
El ritmo neurótico de vida que hemos asumido como normal, impide pensar, lo cual no tiene nada de civilizatorio, al contrario, implica un retroceso para la humanidad.
Una persona cansada y ocupada, no tiene tiempo ni energía para reflexionar o crear, es un autómata que no cuestiona, que vive en piloto automático, interiorizando cada frase simplista de la industria de la autoayuda que nos invita a explotarnos para “realizarnos” creando una falsa sensación de libertad, o del marketing que nos invita a adquirir productos y servicios para alcanzar la “felicidad“.
Redefinir el éxito para una vida plena
Nuestra educación nos dice que las personas exitosas permanecen ocupadas y son productivas siempre, pero no hay nada más improductivo que un ser humano sin energía, sin curiosidad ni apetito por el conocimiento (…) una de las premisas del filósofo Byung-Chul Han, es que los grandes logros culturales de la humanidad se deben a una intensa atención contemplativa.
La cultura sucede en un entorno que permita pensar, reflexionar, crear, no en un ambiente cargado de información, afán y estímulos.
Por fatalista que suene, nuestra existencia en el mundo es finita, tiene un límite de tiempo.
Sin embargo, la mayoría de nosotros despertamos con la certeza de un nuevo día, viviendo una vida ajetreada para construir ese camino al “éxito“.
Tengo la plena seguridad de que, si de repente nos quedaran unos pocos días de vida, renunciaríamos a muchas cosas, nuestras prioridades cambiarían radicalmente.
La dimensión del tiempo le da sentido a nuestra vida, lo mejor que podemos hacer es decidir cómo queremos vivir, elegir lo que se ajuste a nuestros deseos, aspiraciones y necesidades y descartar lo que no.
Con esto, no pretendo invitarlos/as a una vida despreocupada sin metas, límites, ni responsabilidad, al contrario, es una invitación a vivir conscientemente, a parar para contemplar el paisaje, sentir el abrazo, comer sin distracciones, disfrutar el camino hacia tus objetivos: hacer vívida la experiencia de vida.
No necesitamos de emociones fuertes o viajes extravagantes para sentirnos vivos; la vida ordinaria es hermosa si prestamos atención.