Alberto Aguirre Quintero, entre códigos y melodías
Legado del gran maestro santiaguino
Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente
El legado dejado por Alberto Aguirre Quintero, nos convoca a ser sus continuadores cuando interpretemos la Constitución Política, igual que sus émulos en tertulias musicales.
El 8 de abril de 2023, falleció Alberto Aguirre Quintero, notable jurista que en la historia de la Universidad Santiago de Cali, figurará como el primer estudiante (1958) y el primer profesional egresado (1963), en razón al orden alfabético de las matrículas, igual que pasó cinco años después, en la ceremonia de graduación.
Pero, Alberto Aguirre, antes de ser Abogado también fue maestro de la escuela Marco Fidel Suárez y profesor del Colegio Santa Librada.
El Maestro Aguirre, tuvo un credo pedagógico: “La educación no será de una actualidad estática, que se quede rezagada, sino en plena dinámica, consciente que es impulso severo, serio y crítico.
No habrá maestros de palmeta y pizarrón, como en los cuentos: ancianos bondadosos repletos de virtud.
Emulemos sus virtudes y enmendemos las fallas de los reglamentos”. Por cuatro décadas (1968-2008), ejerció la cátedra de Derecho Constitucional en la Santiago de Cali.
Los santiaguinos recordamos que iniciaba clases con una máxima jurídica de Juan Couture: “Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como el destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz”.
Búho de Oro
El Maestro Alberto Aguirre, innovó la metodología para la interpretación del derecho. Eran tiempos que las universidades vinculaban como catedráticos a jueces y magistrados, que dictaban clases como si estuvieran en el foro.
En cambio el Maestro, jamás dejó de lado esa pedagogía que practicó cuando enseñaba primeras letras a los niños de la escuela Marco Fidel Suarez o cuando explicaba acontecimientos de la historia universal a los adolescentes del Colegio de Santa Librada.
Lo que más sorprendía a los futuros abogados era la didáctica crítica empleada por su catedrático de Derecho Constitucional Colombiano y que desde el segundo semestre los preparó con la hermenéutica que necesitaban para cursar con éxito Derecho y Ciencias Políticas.
Algunos abogados graduados en esas cuatro primeras décadas de oro de la Universidad Santiago de Cali, con cariño aún guardan el cuaderno de apuntes con cuadros sinópticos sobre la Constitución Política de Colombia, orientados por el Maestro.
El 8 de octubre de 1999, siendo Rector Eduardo Pastrana Buelvas, la Santiago de Cali enalteció a Alberto Aguirre Quintero con la “Excelencia Universitaria Búho de Oro”, en cumplimiento de lo aprobado por el Consejo Superior que también ordenó que el auditorio principal del Consultorio Jurídico de la Universidad Santiago de Cali llevaría su nombre.
El rector Eduardo Pastrana Buelvas, expresó: “No hay mejor pedagogía que el ejemplo. Las palabras mueven, pero el ejemplo arrastra”.
Historia santiaguina
Un referente legítimo para escribir la historia de la primera Escuela de Derecho del Valle y de la Universidad Santiago de Cali, es la memoria del ilustre jurista Alberto Aguirre Quintero.
Sus allegados más cercanos sabíamos él cuánto valor le daba a las tertulias entre amigos y que era renuente a los homenajes políticos, oficiales o institucionales, pero aceptó la exaltación universitaria de maestro.
“Acepto este homenaje como educador perpetuo, en nombre del magisterio eterno que sea agua que nutre, semilla que frutece y calor que vivifique –expresó el 8 de octubre de 1999, en el Aula Máxima del Consultorio Jurídico-. Si hace 45 años, alguien me hubiera anunciado este momento como maestro de escuela hubiera creído que se trataba de un sueño. Pero si me lo hubieran anunciado como una premonición de estos momentos difíciles de la patria, le hubiera pedido a Dios que detuviera el tiempo. A pesar de las uvas agrias que dejan los cobardes que siembran el odio, que despojan de la tierra a los campesinos y condenan a los obrero a volver a sus casas sin salario, creo firmemente que las uvas ácidas tendrán que madurar para fermentar el vino del amor”.
Entre códigos y melodías
Alberto Aguirre Quintero, además de maestro, catedrático universitario, litigante y asesor jurídico de varias administraciones departamentales, tuvo otra pasión: fue melómano. Esa vocación, confesaba el maestro, se la había heredado a su señora madre Matilde Quintero de Aguirre.
“Mi madre era una connotada melómana y cada sábado, después del desayuno, en su propia voz o haciéndonos escuchar temas en los pesados acetatos en la victrola, a sus nueve hijos nos dirigía sesiones musicales”.
Durante su ejercicio de litigante, acompañado de varios colegas los viernes convertía su oficina en un templo de la música.
Al pensionarse y abandonar la cátedra universitaria, se convirtió en su pasión diaria.
Ese templo de la música, donde se reunía con sus amigos, como tratándose de los miembros de una logia de melómanos, estuvo ubicado a escasos metros de la plaza de Cayzedo, ambientado con esculturas de Beethoven, Mozart y Vivaldi, fotografías de boleristas y cantores de arrabal, y lo más valioso patrimonialmente, una selecta colección de más de 50 mil grabaciones musicales.
Había una biblioteca y El Maestro dirigía todas las audiciones con la fundamentación literaria de las canciones.
El legado dejado por Alberto Aguirre Quintero, nos convoca a ser sus continuadores cuando interpretemos la Constitución Política, igual que sus émulos en tertulias musicales.