Historias y romances diferentes
Cuatro décadas del “Amor en los tiempos del cólera”
Luis Ángel Muñoz Zúñiga
La navidad de hace cuarenta años tuvo una curiosidad irrepetible. Fue la única vez que los lectores recibieron el aguinaldo predilecto de parte de sus oferentes, que aunque desconocían de libros, sí acertarían en el título.
Las librerías se aprovisionaron de bolsas de regalo para atender a quienes en sólo dos días agotaron la nueva novela de Gabo: “El amor en los tiempos del cólera”.
Narradores insuperables
Jorge Isaacs y Gabriel García Márquez, narradores insuperables de las novelas de amor más leídas en la historia de la literatura colombiana: “María”, publicada en 1867 y, “El amor en los tiempos del cólera“, en diciembre de 1985.
Las generaciones lectoras del romanticismo, que no atrapó “Cien años de soledad”, llenaron ese vacío con la novela amorosa cuyo autor publicó tres años después de recibir el Premio Nobel de Literatura 1982.
La novela lleva cuatro décadas, cautiva más lectores, todavía no iguala el tiempo que esperaron Florentino Ariza y Fermina Daza para su viaje de amor en un barco por el rio Magdalena.
Tampoco iguala el tiempo en que se contextualiza la historia en la Cartagena portuaria de mediados del siglo XIX e inicios del XX. Las dos novelas insuperables, están atravesadas por el amor de pareja, la primera de corte romántico y un destino fatal y, la otra, por el deseo obsesivo y persistente, aplazado cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.
Romanticismo y amores contrariados
Los hechos inspiradores que suceden casi simultáneos, está determinados por el federalismo de la naciente república con hacendados al interior y con barriadas en Cartagena tras el comercio negrero de esclavos y la actividad portuaria.
Jorge Isaacs narra una historia, clasista, abstraída de la nueva realidad socioeconómica de finales del siglo XIX. Efraín y María, se enamoran en la hacienda de una familia aristocrática con rezagos coloniales, que fomenta y se beneficia de la servidumbre doméstica tras la liberación de los esclavos.
La historia colerizada y de la pasión aplazada entre Florentino Ariza y Fermina Daza, dos jóvenes con diferencia en el origen de clase, inmersos en la realidad portuaria, afectada por burocracia y negligencia estatal, que agudiza y genera más problemas sociales, la salubridad pública.
Las novelas difieren en la enfermedad mortal de María y la pandemia del cólera que afectó al país a finales del siglo XIX, especialmente a Cartagena y las zonas costeras marginales.
Evitando conjeturas
Algunos críticos afirman que “María” de Jorge Isaacs, es una novela autobiográfica. Otros, sin pruebas contundentes que lo demuestren, se han atrevido a dudar de su autoría. La novela apareció publicada cuando la industria editorial todavía era incipiente, en desventaja para competir con los clásicos de la literatura europea y universal.
Su impacto, más que la crítica mediante su contextualización sociopolítica e histórica, se midió por las lágrimas que derramaron los lectores.
Se tomó como complemento literario del poeta. García Márquez en “Cien años de soledad” y en “Crónica de una muerte anunciada”, ya había referido asuntos de amor, pero las guerras civiles y la venganza por honor, fueron los temas principales.
Con motivo de “El amor en los tiempos del cólera”, antes de salir publicada y para evitar suspicacias de sus detractores, más cuando debutaba con otro estilo narrativo y una novela cuyo eje principal es el amor, anunció que narraba la historia de sus padres.
Descarta novela autobiográfica
En “El coronel no tiene quien le escriba”, García Márquez, narró la historia de su abuelo, un veterano de la guerra civil de los mil días que no le cumplieron con su pensión anunciada.
Para el caso de la historia de sus padres, Gabriel García Márquez reservó durante muchos años el placer de hacerles un homenaje literario, aplazó la que consideró su mejor obra hasta cuando alcanzara la madurez, que le permitiera superar “Cien años de soledad”.
Siempre que los periodistas le preguntaban sobre el asunto decía que sus padres estaban en turno para cumplirles con ese merecido honor.
Entonces, después de recibir el Nobel de Literatura en 1982, consideró que ya no lo podía aplazar más. Descartó el asunto de una novela autobiográfica y mejor lo suplió, más adelante, con sus memorias “Vivir para contarla”, publicadas en 2002.
Gabriel García Márquez siempre dijo que en “El amor en los tiempos del cólera”, narra sobre sus padres, fue el reto más difícil, la novela menos ficcional y más investigada.
Violencia, cólera y abandono
“Los días siguientes fueron calurosos e interminables. El rio se volvió turbio y se fue haciendo cada vez más estrecho, y en vez de la maraña de árboles colosales que había asombrado a Florentino Ariza en su primer viaje, había llanuras calcinadas, desechos de selvas enteras devoradas por las calderas de los buques, escombros de pueblos abandonados de Dios, cuyas calles continuaban inundadas aun en las épocas más crueles de la sequía. Por la noche no lo despertaban los cantos de sirena de los manatíes en los playones, sino la tufarada nauseabunda de los muertos que pasaban flotando hacia el mar. Pues ya no había guerras ni pestes pero los cuerpos hinchados seguían pasando (…) Los leñadores habían abandonado sus veredas huyendo de la ferocidad de los señores de la tierra, huyendo del cólera invisible, huyendo de las guerras larvadas que los gobiernos se empeñaban en ocultar con decretos de distracción”. (“El amor en los tiempos del cólera”. Páginas 457 y 458).
Amor eterno
Gabriel García Márquez con “El amor en los tiempos del cólera”, reivindica los adultos mayores, contrariando a quienes catalogan a los viejos como seres marchitos e inmersos en la soledad. Reafirma la tesis de que el amor sólo termina con la muerte, controvierte a los suicidas por amor.
La novela narra los dos extremos, el amor vital y el fracaso suicida. “El refugiado antillano Jeremiah de Sainnt-Amour, inválido de guerra, fotógrafo de niños y su adversario de ajedrez más compasivo, se había puesto a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro. El amor en los tiempos del cólera”. (Página 9).
“El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites”.
(“El amor en los tiempos del cólera”. Página 473)