Los misterios del satélite
¿Qué encontraron en el interior de la Luna?
Uno de los misterios todavía por resolver de la Luna luego de las múltiples exploraciones y visitas al satélite terrestres es cómo es su interior.
Son muchas las hipótesis en torno al interior de la Luna, pero hay una nueva teoría basada en las investigaciones desarrolladas por diversas entidades internacionales.
En dicho estudio reciente, en la que se utilizaron registros sísmicos del Programa Apolo, desarrollado entre los años 1969 y 1972, además de los resultados de las muestras de rocas lunares traídas a la tierra y observaciones recientes de naves espaciales, los científicos propusieron una nueva hipótesis sobre lo que hay en el interior de nuestro satélite.
En lo que los investigadores están de acuerdo es que el satélite terrestre posee una forma similar y una estructura parecida a la de la tierra, una teoría nueva que podría revolucionar nuestra comprensión de la historia del Sistema Solar.
Según este nuevo informe, la Luna, como la Tierra, tiene un núcleo interno compuesto probablemente por hierro sólido y de menor densidad.
Las conclusiones del estudio indican además que este núcleo tiene un comportamiento dinámico que sugiere procesos internos complejos y que serían también foco de próximos estudios para comprender más sobre la Luna.
Dicho informe concluye que los hallazgos respaldan el fenómeno del “vuelco global del manto lunar”, es decir, el interior de la Luna está conformado por varios elementos, de los cuáles los pesados descienden al núcleo y los más livianos ascienden al manto.
Lo anterior, indican, pudo desencadenar la intensa actividad volcánica temprana de la Luna, dejando huellas en su corteza, y siendo también una de las posibles razones para darle su forma.
Así mismo, la existencia de este núcleo interno fortalece la teoría de que la Luna tuvo un campo magnético activo en su juventud, generado por el movimiento de este núcleo metálico, el cual ha desaparecido, pero su presencia temprana alteraría estudios sobre el magnetismo lunar.
Lo anterior podría haber sido igual en otros satélites del Sistema Solar, lo que indicaría un nuevo conocimiento sobre la evolución de estos objetos y por ende, de nuestro entorno.
Largo estudio
La composición interna de la Luna ha sido objeto de estudio y debate científico durante décadas, y aunque hay consenso en algunos aspectos, persisten diversas hipótesis sobre su estructura y origen.
A continuación, se presentan las principales teorías y hallazgos actuales sobre la composición interna del satélite natural de la Tierra.
La Luna es un cuerpo diferenciado con una estructura interna compuesta por tres capas principales: una corteza, un manto y un núcleo.
La corteza lunar tiene un espesor promedio de unos 50 kilómetros, está compuesta principalmente por minerales ricos en oxígeno, silicio, magnesio, hierro, calcio y aluminio, y es mayormente anortosítica, lo que respalda la hipótesis de que se formó a partir de la cristalización fraccionada de un océano de magma poco después de la formación lunar.
El manto lunar, situado entre la corteza y el núcleo, tiene un espesor estimado de aproximadamente 1.000 kilómetros.
Su composición se infiere indirectamente a partir de estudios sísmicos, muestras basálticas y datos espectroscópicos, indicando que está formado mayormente por minerales ricos en hierro y magnesio como olivino y piroxeno.
Estos minerales cristalizaron durante las primeras etapas de enfriamiento de la Luna.
El núcleo lunar es pequeño y representa solo entre el 2 y el 4% de la masa total de la Luna.
Está formado principalmente por hierro, pero a diferencia de la Tierra, no genera un campo magnético significativo.
Esto se debe a que el núcleo lunar es mucho más frío y no tiene la dinámica interna necesaria para crear un campo magnético fuerte.
La hipótesis más aceptada para explicar la formación de la Luna es la del Gran Impacto, que postula que un cuerpo del tamaño de Marte, llamado Theia, colisionó con la Tierra primitiva, generando un anillo de escombros que eventualmente se consolidó en la Luna.
Esta teoría explica la baja densidad lunar (3,34 g/cm³ frente a 5,5 g/cm³ de la Tierra), la similitud en las relaciones isotópicas entre Tierra y Luna, y la composición química del manto lunar, que es similar al manto terrestre.
Sin embargo, esta hipótesis enfrenta desafíos, como la rareza de impactos tan grandes en simulaciones computacionales.
Por ello, se ha planteado la Hipótesis de Impacto Múltiple, que sugiere que varios impactos menores en la Tierra primitiva lanzaron fragmentos que formaron discos de escombros, los cuales se fueron fusionando para formar la Luna.
Este modelo podría explicar mejor ciertos aspectos dinámicos y composicionales del sistema Tierra-Luna, aunque sigue siendo objeto de investigación y debate.
Recientes estudios basados en datos de la misión Grail de la Nasa revelaron que la estructura interna de la Luna no es simétrica, como se pensaba.
Se detectó un desequilibrio interno con un hemisferio más sensible a la atracción terrestre, lo que implica una composición interna desigual.
Este hallazgo desafía los modelos previos y sugiere que la Luna tiene una estructura interna más compleja y desbalanceada de lo que se creía.
Aunque la Luna comparte similitudes con la Tierra en su composición isotópica y química, su estructura interna presenta particularidades como un núcleo pequeño y anteriormente se pensaba que era poco activo, un manto rico en minerales ferromagnesianos y una corteza anortosítica.
Las hipótesis sobre su formación, principalmente la del Gran Impacto y la de Impacto Múltiple, buscan explicar estas características, pero nuevas evidencias como la asimetría interna ponen en perspectiva la necesidad de seguir investigando para comprender plenamente la naturaleza del satélite que ilumina nuestras noches.