Censura y hogueras contra los libros
FilCali: indicador de la pasión por la lectura
Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente
La Feria Internacional del Libro de Cali, FilCali, es un termómetro indicador de la pasión caleña hacia la literatura. Ningún lector se queda en casa, ni escatima nuevos títulos que endulcen el alma.
Reencuentran varios autores con la alquimia contra sus angustias existenciales. La FilCali les hace percatar que mientras retiran novelas de Gabriel García Márquez de los bibliobancos escolares en los Estados Unidos, hay millares de lectores ávidos de leerlas y releerlas, como igual ocurre en las ferias de otras capitales.
En las ferias preguntan si han publicado otra obra póstuma del Nobel Latinoamericano, confirmando que sus libros son inmortales, inmunes a la censura, persecución y suplicio en las hogueras.
Ni internet, ni la virtualidad, ocasionarán la extinción del libro de papel, contrario a lo anunciado por los adictos a plataformas.
Gratitud y escepticismo
En las plazas hay distintas reacciones de las personas ante los bustos de los escritores, diferentes frente a los próceres esculpidos: actitudes gratas por los autores de versos y narraciones; de escepticismo, por los libertadores, ni siquiera recuerdan sus batallas definitivas.
Y ¿qué decir cuando los ciudadanos se topan con los bustos de estadistas? Los niños llevados de la mano por los parques reaccionan con interés cuando sus padres les cuentan quiénes fueron esos hombres esculpidos que seguimos leyendo sus obras literarias.
En las ferias los escritores reencarnan en las ediciones nuevas de sus libros y los debutantes son presentados en sociedad.
Los niños alegres contarán a sus amiguitos las anécdotas de haber conocido a algunos autores de los libros que hay en la biblioteca de su colegio.
Historia de los libros
Los libros son fuente de conocimiento científico, guardan la memoria histórica del desarrollo cultural de la sociedad, narran la historia bélica de la humanidad y son manantial de la creación literaria.
El libro no abandona la narración de su propia historia. Cumplen con esa meritoria misión los títulos siguientes: El mundo mágico del libro, de Eduardo Santa; Cuando editar era una fiesta , de Jaime Salinas; Libros en el Nuevo Reino de Granada, de Alfonso Rubio; La mediación editorial y la vida póstuma de lo escrito, de Jerónimo Pizarro; La biblioteca de noche, de Alberto Manguel Mujeres en los estudios del libro en Iberoamérica, de Marina Garone Gravier; El Infinito en un junco, de Irene Vallejo; y la Historia Universal de la destrucción de los libros, de Fernando Báez, entre otros títulos.
Censuras y hogueras
Irene Vallejo y Fernando Báez, además de investigar la vida de los libros, también toman como objetos de investigación: la historia de la escritura, de los lectores, las censuras y persecuciones, demostrando su parecido con las padecidas por los seres humanos.
“Desde los primeros siglos de la escritura hasta la Edad Media, la norma era leer en voz alta, para uno mismo o para otros, y los escritores pronunciaban las frases a medida que las escribían escuchando así su musicalidad”. (Vallejo, página 61).
Adolfo Hitler, cometió un bibliocausto nazi, a la par del genocidio de judíos. En Chile, Augusto Pinochet, además de perseguir militantes de la Unidad Popular, ordenó registrar sus residencias, detener universitarios y quemar sus libros en las hogueras públicas.
Biblioteca de Alejandría
El incendio de Alejandría, novela de Jean Pierre Luminet, narra cómo bajo las órdenes del califa Omar, las tropas del general Amr invaden a Alejandría en 642 con objeto de quemar los miles de libros atesorados en su célebre biblioteca.
Jean Pierre Luminet vuelca su erudición y sensibilidad en esta novela de homenaje a la Biblioteca, símbolo de la cultura, transmisora de saber más allá de las trabas ideológicas.
“Antes de la Biblioteca, hubo la ciudad (…) Tolomeo fundó la Biblioteca por muchas razones. Deseaba en primer lugar aprender a reinar bien. Quiso pues leer todo lo que se había escrito sobre las leyes, la política y la historia. El material era abundante, porque los griegos no han dejado de ocuparse de estos temas desde que Solón redactó la primera Constitución que se conoce en el mundo”.
Bomberos pirómanos
Fahrenheit 451, de Ray Bradburry, novela de ficción distópica, publicada hace setenta años, vuelve a tomar vigencia.
Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera y Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, son retiradas en los colegios, por “no aptas y contrarias a la moral”.
Fahrenheit 451, narra la historia de Montag, que pertenece a una brigada de bomberos cuya misión no es la de apagar incendios, sino la de quemar libros, debido a que en su país está prohibido leer, un ejercicio que conllevaría a pensar, según él, influenciado por ideas mediáticas, impediría ser felices, donde lo más importante es la alegría.
“Los hombres armaban demasiado ruido, riendo, bromeando, para disimular el terrible silencio acusador. (…) Los libros yacían como grandes montones de peces puestos a secar”.
Venas de tinta
La sangre de los libros, de Santiago Posteguillo, invita a “no tener miedo del líquido rojo que inspiró sus páginas, transformadas magistralmente por los escritores, con la genialidad de su intuición, en tinta negra”.
Los libros salvaron lo clásico de la cultura, luego de estar ocultos y censurados por quienes pretendían borrar el legado grecolatino, para preservar el oscurantismo medioeval.
En la postmodernidad, nos preguntamos: ¿qué sucedería con las bibliotecas digitales en una hecatombe, natural o bélica, que afecte el espectro electromagnético?
Pasión lectora
Es escritor quien publique y su obra sea acogida por los lectores. Los escritores no nacen en los anaqueles de las librerías donde ofrezcan su obra, sino en las bibliotecas cuando motiven lectores.
En su lanzamiento el libro es presentado en sociedad. En las ferias internacionales se pone a prueba su mercado.
Durante los días de la FILCALI, pareciera gestarse en el bulevar del rio “una ciudad con edificios de libros”.
Las romerías hallan la fuente para satisfacer su pasión lectora. Cada lector los degustará a su manera, algunos emulando a los que fueron lectores juiciosos, antes de ser famosos escritores:
“Leer es ir al encuentro de algo que está a punto de ser y aún nadie sabe qué será” (Ítalo Calvino).
“La lectura sólo puede concebirse como un placer y a ella se llega con fascinación”. (Piedad Bonet).
“La lectura es esa compulsión que subyuga la fuerza de la voluntad cuando coinciden un buen título y el autor que nos atrae”. (Octavio Escobar).
“La literatura: otro estado del alma” (William Ospina).