Del habla popular a la aprobación de la RAE

Perreo y VAR, al diccionario

viernes 1 de diciembre, 2023

Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente

La reciente decisión idiomática de la Real Academia Española, reabre el debate entre los defensores de la oralidad y los puristas del idioma.

Unos argumentan que la verdadera esencia popular hay que buscarla en el habla vernáculo. Otros, los puristas, consideran que la cultura se universaliza con el lenguaje visado por la academia.

Pero ambos coinciden en que con la comunicación virtual, las palabras vernáculas ya no se rezagan en atlas etnográficos, que se expanden y trascienden fronteras internacionales, siendo tardías las actualizaciones de los diccionarios.

La Real Academia Española, en cabeza de Santiago Muñoz Machado, director, y la asesoría de Elena Zamora, del Instituto de Lexicografía, el pasado lunes 27 de noviembre, actualizó su diccionario.

La RAE reconoció varios modismos, extranjerismos, siglas y expresiones compuestas, aprobando su uso oficial e incorporándolos como palabras nuevas en la codificación lingüística.

Pero las 4361 palabras nuevas, antes de ser oficializadas por la RAE, desde hacía varios años ya se habían expandido en el habla hispanoparlante.

Sería extenso e inoficioso, enunciarlas todas aquí, hacinarían este espacio periodístico de Cultura; recomiendo acudan a la actualización virtual del Diccionario de la RAE, ya colgado en plataformas.

Las palabras que actualizan el diccionario, ya eran de dominio popular, sin exclusividades regionales, las usan en varios países con idénticas raíces culturales, por ejemplo, perreo, chundachunda, VAR, crack, big data, oscarizar, sexting, gourmet, baguette, machirulo, entre otras.

Vendedora de palabras

Gabriel García Márquez, reivindicó la importancia social del idioma y el poder mágico de las palabras. “Con un hisopo entintado marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta, pared, cama, cacerola. Fue al corral y marcó los animales y las plantas: vaca, chivo, puerco, gallina, yuca, malanga, guineo. Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad. Entonces fue más explícito. El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestos a luchar contra el olvido: Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de lugares sin remedio cuando olvidaron los valores de la letra escrita”.

(Cien años de soledad. Página 47) Por su parte, Isabel Allende, la escritora chilena que después de Gabo, es auténtica cultora del realismo mágico, en uno de sus Cuentos de Eva Luna, narra una bella historia que les intuye a los niños el poder mágico de las palabras que aglutina la humanidad.

“Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma los buscó hasta encontrarlo y se vistió con él. Su oficio era vender palabras. Recorría el país, desde las regiones más altas y frías hasta las costas calientes, instalándose en las ferias y en los mercados, donde montaba cuatro palos con un toldo de lienzo, bajo el cual se protegía del sol y de la lluvia para atender a su clientela. No necesitaba pregonar su mercadería, porque de tanto caminar por aquí y por allá, todos la conocían. Había quienes la aguardaban de un año para otro, y cuando aparecía por la aldea con su atado bajo el brazo, hacían cola frente a su tenderete. Vendía palabras a precios justos”.

Vicisitudes y aprobaciones

Cuando la RAE excluye de los diccionarios algunas palabras, por considerarlas oficialmente en desuso o agotadas, sin embargo estas siguen arraigadas en el habla popular.

Otras, palabras que debido a la garantía purista representada por los diccionarios de la RAE, jamás tendrán cabida por vulgares y son reemplazadas por eufemismos que contrarresten el uso de las jergas populares. Sin embargo siguen vigentes en el habla cotidiana de los grupos discriminados. Las intervenciones idiomáticas de la RAE no serán definitivas, porque cuando determinadas palabras estuvieron vigentes, fueron utilizadas en narraciones y ahora para su comprensión habrá que contextualizar sus significados.

De ahí que sean valiosos los trabajos de investigación escrita de recopiladores de glosarios, provincialismos y barbarismos, que por analogía patrimonial podemos comparar con el papel de los museos de arte, por ejemplo, figuran: “Diccionario de provincialismo y barbarismos del Valle del Cauca”, editorial Santafé, Bogotá 1990, de Leonardo Tascon; “Diccionario de palabras que mueren”, editorial Planeta, Bogotá 2004, de Germán Ferro Medina; “Glosario de voces fatigadas.

Palabras ancestrales en riesgo de extinción”, editorial Zapata, Manizales 2007, de Álvaro Marín Ocampo; “Diccionario de palabras olvidadas o de uso poco frecuente”, editorial Paraninfo Madrid 1992, de Elvira Muñoz. “Cada palabra del lenguaje humano es un estuche de elementos constitutivos de la cultura”, concluye en “Vicisitudes de las palabras” (Editorial Santafé. Bogotá 1955), José María Restrepo, en Colombia el pionero de investigaciones lexicográficas.

Nueva Torre de Babel

Las investigaciones históricas demuestran que las invasiones y las guerras determinan cambios lingüísticos de tal manera que los derrotados son sometidos con la imposición idiomática.

Algo parecido ocurre con los intercambios comerciales cuando los pueblos tienen que asimilar el lenguaje de las potencias dominantes. En la juventud, además de la música alternativa y sus modas extravagantes, otra manera expresión de su autonomía y su protagonismo social, lo representa el uso de jergas propias.

Hasta los políticos de los últimos tiempos, aprovechando que tienen poder sobre los grandes medios masivos de comunicación, optan por estigmatizar las palabras que identifican las organizaciones o denominan los actos de sus opositores. La comunicación digital también impone palabras con códigos significantes. Estos fenómenos sociales pueden desbordar en otra “Torre de Babel”.

Admirable que la Real Academia Española, haya transformado su función asumida en 1723: dejó de apenas velar por la pureza del idioma con palabras elegantes propuestas desde su seno académico, para aceptar los cambios lingüísticos acordes a las nuevas realidades.

A la RAE, más que la preservar la pureza idiomática, ahora le interesa la unidad comunicativa entre los pueblos. El tango dejó de ser censurado cuando fue aprobado por la academia francesa.

Ahora, ¿nos extrañará que la RAE acepte la palabra perreo, que refiere el baile erótico censurado como vulgar por las personas tradicionales? ¿Será esto, parecido o pura coincidencia, entre la suerte del tango y el perreo? Y recuerden en el estadio que el árbitro se dirige a donde está el VAR, no hacia al bar vecino.

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