Versos en la trinchera

Poemas de resistencia

sábado 26 de junio, 2021

Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente

La poesía siempre se ha vestido de matices: lírica, épica, romántica, y social. Ahora, como consecuencia del estallido social en Colombia, surgen los versificadores de la resistencia. “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, cantan Fito Páez y Mercedes Sosa. Los poetas ofrecen sus poemas para hacer palpitar corazones. “YO VENGO A OFRECER MI POEMA”, Editorial Escarabajo, Bogotá febrero 2021, es el título del libro que publica poemas resistencia. Los poetas, emulando las demás expresiones artísticas, el teatro, la música, la danza, y la pintura, asumieron que su oficio estético no podía estar escéptico de los hechos aciagos que enturbian la patria. Así, el año pasado poetas colombianos y latinoamericanos se reunieron en el Parque de los Hippies de Bogotá acogiendo la convocatoria que les hicieran sus homólogos Fredy Yezzed, Stefhany Rojas y Eduardo Bechara, de leer a cielo abierto sus versos de resistencia, como una forma de protesta alternativa y pacífica. Las restricciones de la pandemia y los problemas de orden público, impidió que llegaran varios invitados de otros países, pero gentilmente ellos enviaron sus poemas vía Internet y esa noche fueron leídos por otras voces. Llegaron versos de más de trescientos poetas, unos inéditos, otros debutantes y también ya posicionados.

Yo vengo a ofrecer mi poema

Eduardo Bechara, antologador de los poemas, los clasifica en quince secciones, acorde a sus mensajes sociales: La pregunta por el país, No te perdono poesía, Carta a mis hermanos desaparecidos, El ángel de la muerte, Hay una mujer en cada poema, El rock de los pobres, Amanecer de un grito, Frente a las puertas del Palacio, La máscara y los dueños de la corona, El deber de la desobediencia civil, El amor en las trincheras, Cuerpo Latinoamericano, El cielo nocturno del mundo, El pan de la esperanza y Museo de la memoria. Eduardo Bechara explica el valor social de la antología: “La poesía no es exclusiva de los grandes poetas ni de los poetas que tienen un canto poético alto. La poesía es de todos, nos habita entre la carne y emerge a la superficie a través de nuestros ojos. Hay poetas que empiezan a leer en el micrófono y te envuelve la musicalidad; sientes la sensualidad del poema dentro de ti, sus versos te tocan. Se deslizan por la corriente y te acarician en la médula. Hay otros que rayan con una piedra la superficie de tus huesos: son planos, no tienen musicalidad, ritmo ni vértigo; poseen lugares comunes, cierto. Repito: nadie es dueño de la poesía, la poesía es de todos y en ella nace la vida”.

Si se marcha con el pueblo

(Fernando Urbina)

Si se marcha con el pueblo

Ya no hay pasos hacia atrás;

Que de atrás él nos empuja

Para hacernos avanzar.

Si se marcha con el pueblo

Seré pueblo y algo más

Seré faro entre las sombras

Y clamor al alborear.

Si se marcha con el pueblo

Hay más cantos que cantar,

Porque el uno enseña al otro

y no hay modo de olvidar.

Si se marcha con el pueblo

Por el pan y por la paz,

Habrá pan sobre la mesa

Y más ganas de abrazar.

Si se marcha con el pueblo

Pronto habremos de encontrar

Ser arrullo entre la noche

Y sonrisa al despertar.

Bajo tierra

(Eugenia Sánchez)

Bellos hombres agujereados de espalda

de frente en la cabeza

cuerpos tensos y mirada atónita

un vaho sale de su cuerpo

jóvenes alegres guiados -sin saber-

en la ruta de la noche

el trazado en su piel joven

el bello fulgor en su rostro

lenguaje de sombras y silencio

señas y silbos extraños rondan sus cabezas

sus familias aletargadas esperan…

el tiempo desciende y abre la puerta

la noche entra en sus aposentos

-nadie sabe nada-

extraviados de sí

recorren un largo túnel negro sin luz al final.

País del silencio

(Pedro Arturo Estrada)

Alguien se atreve a preguntar por el que no ha vuelto

y las sombras le contestan: nada, nadie, ninguno.

Alguien deambula husmeando los últimos pasos

los ayes que dejó en el aire, las voces que aún

se cuelan debajo de las puertas. Alguien

bajo las sábanas húmedas de la media noche

no logra conciliar el sueño, espera hasta la alta

desolación del alba esa noticia, ese ya, ese basta

-Ese grito final que restablezca el curso de los días

y desate la voz sobre el vacío

excavado por años de silencio

-Y miedo.

Bienaventurados

(Arturo Acevedo)

Los heroicos

los desaparecidos

los torturados

los enterrados en

algún lugar desconocido

en la montaña

los repatriados de

algún lugar del mundo

los clandestinos cubiertos

por una bandera proscrita

los que bajan muertos rio abajo

con un disparo en el corazón

los asesinados en despoblado

en masacres a mansalva

los acribillados con

alevosía y sevicia

así en la paz como en la guerra.

Conjugación

(Hernando Urrutia)

Yo hablo,

tú escuchas,

él piensa.

Si yo hablo,

y tú escuchas

y él piensa:

nosotros gritamos.

Pero cuando yo hablo

y tú escuchas

y él piensa

y nosotros gritamos:

ellos disparan.

Se llama poesía

(Pedro Arturo Estrada)

Se llama poesía todo aquello que cierra

la puerta a los imbéciles, sí. Todo aquello que abre

en cambio, la visión y el secreto del mundo a los inocentes

a aquellos que lo apuestan todo a nada

los que no guardan, no se cuidan, no acechan

no calculan y sin embargo están siempre a punto

de encontrar como por casualidad

incluso el amor, la muerte, la vida misma.

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