La Corte Internacional de La Haya, emite fallo
Quita el sueño a un país roncador
Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente
Foto: Pixabay
El fallo que emitió la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el pasado jueves 21 de abril de 2022, resolvió un viejo conflicto entre Colombia y Nicaragua, que desde hacía casi un siglo le venía quitando el sueño a los gobiernos y los nacionales de los dos vecinos, cuando cada país reclamaba su soberanía y el derecho a explotar económicamente el archipiélago conformado por San Andrés, Roncador, Quitasueño y Serrana. Pero esa realidad era desconocida por los colombianos, quienes ahora se confunden aún más tras la lectura del fallo y escuchan que las primeras declaraciones del presidente Iván Duque y de los delegatarios son triunfalistas y de satisfacción.
Por eso, este informe de Cultura quiere coadyuvar a la comprensión del importante asunto por parte de nuestros lectores. Debemos remitirnos a la geografía, a la historia, al derecho y la literatura. A los niños de primaria en las escuelas, los maestros los pueden motivarlos con la lectura del ameno texto “Colombia, mi abuelo y yo”, que publicó Pilar Lozano en 1987.
Esa lectura deberá estar auxiliada con la ubicación geográfica de lo narrado en el mapa de América, además, con argumentos de la historia colonial y republicana de nuestro país, cuando se fijan y se pactan nuestros límites. Iniciarlos en el derecho que rige la convivencia en paz de la comunidad internacional.
Moronas desperdigadas
“La curiosidad casi no me deja dormir aquella noche. Me levanté muy temprano y antes de irme a la escuela corrí a hablar con mi abuelo. Él se rió con agrado de mi ansiedad. Nos fuimos a su cuarto y miramos el mapa de América. Me señaló unos punticos perdidos en el mar Caribe: Serranilla, Serrana, Roncador, Quitasueño, Alburquerque, Cayo Bolívar, Bajo Nuevo. Son territorios tan pequeños que no alcanzan a ser islas. Por eso se llaman cayos. San Andrés, Providencia y Santa Catalina son islas habitadas por colombianos que hablan inglés. Además, los nativos más viejos bailan polka y chotis. En el pasado de los isleños existen puritanos ingleses, piratas, corsarios bucaneros y aventureros. –Todavía se presentan disputas por estos pequeños puntos –me explicó Papá Sesé, mi abuelo-. Algunos dicen que no nos pertenecen.
Pero existen dos tratados, uno firmado con el gobierno de Nicaragua, y otro con el gobierno de los Estados Unidos, que ratifican que pertenecen a Colombia. Ahora esos sitios parecen muy lejanos, como si no nos pertenecieran. Lo cayos parecen moronas de territorio colombiano desperdigados en la inmensidad del mar. Según una leyenda, los antiguos navegantes que pasaban junto a los cayos, al occidente de San Andrés, oían aterrorizados unos misteriosos ronquidos. Desde entonces a esos cayos se les conoce con el nombre de Roncador y Quitasueño”. (Colombia, mi abuelo y yo. Pilar Lozano. 1987 Valencia Editores).
Soberanía desde la Colonia
La historia de la soberanía de nuestro país sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia empieza desde la época de la Colonia con la vigencia de las reales cédulas expedidas por España y continuó en la República mediante tratados firmados por los nacientes nuevos estados. San Andrés fue descubierta por Cristóbal Colón en 1503, al realizar su cuarto viaje.
Cuando la Corona Española dividió al Nuevo Mundo en capitanías y virreinatos, mediante Real Cédula del 20 de agosto de 1739, determinó la soberanía de la Nueva Granada (como se denominaba nuestro país), sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia. Después, cuando España hizo un reordenamiento territorial y administrativo de sus colonias, mediante otra Real Cédula del 30 de noviembre de 1803, le notificó al virrey José Antonio Caballero, que el archipiélago pertenecía al virreinato de Santafé en la Nueva Granada.
Logradas sus independencias, los nuevos países señalaron sus fronteras firmando tratados internacionales. Nicaragua, suscribiendo el tratado Esguerra-Bárcenas, el 24 de marzo de 1928 reconoció la soberanía de Colombia sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia. Décadas después, cuando diferentes gobiernos nicaragüenses les dieron importancia marítima y económica a los islotes, comenzaron a demandar su nulidad y, finalmente, el incumplimiento del firmado en 2012.
¿Final del conflicto?
Los problemas entre las personas los resuelve el Estado mediante la acción de los jueces y la confirmación de las sentencias por los magistrados de las cortes superiores de justicia. El Estado dirime los conflictos de sus ciudadanos, con lo consignado en la Constitución Política, los códigos y las leyes vigentes aprobadas por el Congreso de la República.
Pero, los conflictos entre los países que conforman la comunidad internacional, originados principalmente por disputas de territorios y el ejercicio de sus soberanías, los resuelve la Corte Internacional de Justicia de La Haya, después de confrontarlos con los tratados internacionales qué firmaron los mismos estados.
Estos tratados configuran el Derecho Internacional. Los primeros acuerdos pactados entre estados son los referentes a la fijación de sus límites y la soberanía. El fallo emitido por la Corte Internacional de Justicia de La Haya obliga a los estados comprometidos en conflictos, en este caso entre Colombia y Nicaragua, que lo acaten y cumplan la sentencia.
Algunos juristas analizan que el reciente fallo se reafirma la soberanía de Colombia sobre San Andrés, aunque otros abogados, consideran más preponderante que la Corte de La Haya le ordena que cese su interferencia en el mar.