Simón Mesa Soto, galardonado en Cannes
Palabra, poesía y cine
Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente
El galardón que el Festival de Cine de Cannes le otorgó recientemente a “Un poeta”, filme del cineasta colombiano Simón Mesa Soto, llenó de críticas las redes sociales y nos recuerda “La sociedad de los poetas muertos”, (EE.UU 1989) de Peter Weir, que ganó Premio Oscar al mejor guion original en 1990, por su homenaje a la poesía y la educación, aunque en una realidad social diferente.
“Un poeta” (Colombia 2025), filmada en una comuna popular de Medellín, con participación de actores naturales, en espacios de hacinamiento familiar y un humilde colegio de barrio, demostró que los poetas, los maestros, los actores y los cineastas, en sus misiones se parecen: comunican mensajes mediante actos creadores, más que transmitir conocimientos, escribir versos y proyectar imágenes, sensibilizan.
La poesía, el guion, la actuación, la didáctica, los rodajes, la música y las imágenes, rebosantes de belleza incitan a lectores, alumnos, público, jurado y cinéfilos.
Poder de la palabra
El mundo material, según enfoque de la Biblia, existe por el poder creador de la palabra, poética y divina: “Hágase la luz, la tierra, los mares, las especies animales y el hombre…”.
Los seres antropomorfos progresaron, según el darwinismo y el materialismo histórico, cuando articularon la palabra y plasmaron pinturas rupestres al interior de las cavernas.
Los primeros homínidos con sus ritos y peticiones a los dioses, evidenciaron que tenían mitos y que les habitaba la espiritualidad.
En nuestro tiempo, “Un poeta” y “La sociedad de los poetas muertos”, también demuestran el poder creador de la palabra: José Asunción Silva y Whalt Whitman; los maestros John Keating y Oscar Restrepo; la Welton Academy of EE.UU y el Colegio de Medellín; los actores Robin Williams y Ubeimar Rios; los cineastas Peter Weir y Simón Mesa Soto.
Su cine es poético, aunque no rebose de abundantes versos rimados. Pero son filmes provocadores por sus asedios a la poesía.
Lírica y conflicto
Los filmes cuentan historias de diferentes personajes, contextualizadas en colegios interaccionando con maestros.
Son historias análogas de dos maestros y amantes de la poesía: John Keating y Oscar Restrepo, quienes motivan a sus estudiantes con la lírica.
“La Sociedad de los poetas muertos”, narra las actitudes anti teatrales de un padre represivo, que aspira un mejor porvenir profesional para su hijo que lo defrauda con su vocación actoral, situación antagónica que conduce al trágico final del suicidio del estudiante frustrado.
“Un poeta”, narra el hostigamiento de los hermanos de Oscar que lo consideran un poeta fracasado, siempre ebrio e improductivo, que agrava la carga familiar.
Así mismo, hay injustas inculpaciones y sanciones para los maestros. A John Keitong se le decreta la expulsión por “causar el suicidio del estudiante, influido por sus métodos pedagógicos poéticos”.
Oscar Restrepo, corre idéntica mala suerte, “por ocasionar problemas institucionales debido a su obsesión de apadrinar a una alumna talentosa y dejarle embriagar en la noche del brindis del concurso poético en la Casa de la Poesía”.
Carga poética
Algunos críticos señalan que a “Un poeta” le faltan versos emblemáticos. Que apenas muestra la foto de José Asunción Silva colgada en un cuarto y que induce al fracaso a Oscar Restrepo.
Esos críticos tal vez no se percatan que el filme fue galardonado en Cannes, porque su narración, actuaciones e imágenes, por si solas tienen cargas poéticas.
Los modos de la poesía son infinitos, tantos como la cantidad de palabras intangibles que hay debajo de los significados que los gramáticos le designan a las cosas, pero que los poetas son capaces de descubrir y con el poder creador de la palabra transformar en metáforas conservando posiciones independientes de los discursos lógicos.
Universo total
Simón Mesa Soto construye un universo total que le permite a los cinéfilos hacer sus propias miradas sin que las escenas induzcan juicios de valor.
Sólo describen ámbitos que le sirvieron de insumos para narrar historias contextualizadas en la periferia social, en la calle de la sobrevivencia, el colegio de barrio y las familias hacinadas, no estratificadas.
Los personajes cuentan con naturalidad sus historias, como es el caso de Yurladi, la niña poeta, cuyas necesidades sociales se imponen sobre la vocación poética.
Otro ámbito principal es el centro educativo que el filme le hace un duro cuestionamiento por las clases discursivas del profesor de filosofía Oscar Restrepo, dictadas con alardes de erudición literaria.
Su pedagogía no provoca la atención de los estudiantes, sino la risa. El guion cuestiona a través de la tragicomedia.
Muy diferente es el personaje representado por Robin Williams en “La sociedad de los poetas muertos”: John Keitong, es el maestro libertario que enseña a pensar con clases lúdicas, credo pedagógico y acción, complementarios, que hace un legítimo homenaje a Walt Whitman: “¡Oh capitán, mi capitán!”.
Actores naturales
Simón Mesa Soto, dirige de manera impecable a los actores y actrices naturales. Aunque todos asumen con excelencia y responsabilidad sus papeles, hay que destacar la actuación de Ubeimar Rios, representando al poeta Oscar Restrepo, personaje principal de la historia, solidificado y complementado por las actuaciones magistrales de las dos adolescentes principales.
Daniela Restrepo, hija del poeta, representada por la actriz natural Allinson Rojas, y de Yurladi, la niña poeta que participa en el concurso de poesía patrocinado por la agregada cultural de la República de Holanda, representada por la actriz natural Rebeca Andrade.
Logran una conexión que vuelve creíble la historia. No podemos dejar pasar por alto la aparición rápida en cámara de Víctor Gaviria.
Lo interpretamos como gesto de gratitud de Simón Mesa Soto por el legado del homólogo director en la historia de la cinematografía colombiana, que innovó trabajando con niños y adolescentes, como actores y actrices naturales: “Rodrigo D No futuro” (1990), “La vendedora de rosas” (1998), “Sumas y restas” (2004) y “La mujer del animal” (2016).
Pero más que reconocerlo como director de cine, también le tributa homenaje al gran poeta paisa con sus versos reunidos por Seix Barral en un inventario 1978-2024, titulado “Órbita de cosas olvidadas”.
Hice una película
“Hice una película que trataba de niños invisibles/ pero como no era mía y en aquellos días no tenía ni un peso en el bolsillo, / fui un domingo a la finca del productor/ conversé con una simpatía desbordada que mareó a todo el mundo…/”.
(Víctor Gaviria. Órbita de las cosas olvidadas. Poesía reunida 1978-2024. Editorial Planeta Colombia 2024)