Se apagó la voz precursora de la cultura afrodescendiente
Vida y obra de La Negra Grande de Colombia
Luis Ángel Muñoz Zúñiga – Especial Diario Occidente
Leonor González Mina, Robles Jamundí 16 de junio de 1934- Santiago de Cali 27 de noviembre de 2024, conjuntamente con los hermanos caribeños Zapata Olivella, integró la trilogía que universalizó la cultura afrodescendiente: Manuel fue el narrador, Delia la artista plástica y maestra de la danza, y La Negra Grande de Colombia, fue la voz de cantos pacíficos.
A Leonor González Mina se le recordará como la precursora de los cantos de la tierra y de la raza, porque fue la primera mujer que los interpretó en escenarios europeos: en 1958 en los teatros Olimpia y Máximo Gorki.
Además, también fue precursora del Festival Petronio Álvarez, ya que tres décadas antes que el magno evento con la música del Pacífico sedujera a los citadinos caleños y de otras regiones de Colombia, La Negra Grande de Colombia ya los había sacado del anonimato, cuando contra viento y marea, grabó cinco discos LP de Sonolux, tiempos en que las emisoras sólo se difundían la música orquestal del Atlántico interpretada como aires tropicales y, cuando apenas sonaba el Pacífico con “Peregoyo y su Combo Vacana”.
Con la partida de Leonor González Mina, “Murió la reina”, como lo había anunciado el poeta Rafael Hernández y, se silenciaron los “Tambores de La Noche”, del homónimo Jorge Artel.
Gira triunfal de La Negra Grande
Leonor González Mina fue integrante del Grupo Folclor de Colombia, creado por el médico y novelista Manuel Zapata Olivella, con su hermana Delia.
Un breve tiempo ensayó en el TEC, y luego, bailó danzas folclóricas.
La Negra Grande de Colombia nació en una función en Paris, allá debutó como cantante la vez que se le afectó la salud a la que era primera voz del grupo.
Leonor González Mina era una de las integrantes del Grupo Folclor de Colombia.
Ella, además de bailar, desde niña tenía una voz prodigiosa.
Los folcloristas Zapata Olivella, oriundos de Lorica, en junio de 1958, andaban con el grupo en una gira de divulgación de los cantos y los bailes de Colombia.
Se presentarían en el Teatro Olimpia, entonces, Leonor fue escogida para llenar el vacío debido a la incapacidad de la primera voz.
Así nació como cantante La Negra Grande de Colombia y con el grupo continuó en gira por Europa, ganando aplausos y fama internacional.
Después de la gira, los caleños en 1964, disfrutaron de la voz de la Negra Grande de Colombia, en la gala de inauguración del Primer Festival Internacional de Arte de Cali.
La Negra Grande Colombia, aquella inolvidable noche compartió escenario con Atahualpa Yupanqui, Rafael Escalona y Alfonso Valdiri.
Legado musical
Antes que los chocoanos Jairo Varela y Alexis Lozano, y el bonaverense Enrique Urbano Tenorio “Peregoyo”, grabaran en discos LP la música del Pacífico, La Negra Grande de Colombia, fue la precursora, ya había dado a conocer la música afrodescendiente de las dos costas, primero con su propia voz en los escenarios del mundo y, luego en cinco discos LP de Sonolux: “Tambores en la Noche”, fusionando las canciones con los poemas de Jorge Artel; “Éxitos bailables al estilo de Leonor González Mina”; “Cantos de mi tierra y de mi raza”, volúmenes I, II y III.
La Negra Grande de Colombia, fue pionera digna de secundar, la siguieron en esa misión una pléyade de mujeres chocoanas, guapireñas y caribeñas: Gloria Perea y Los Mineros del Chocó; Fátima Lozano “La Chocoanita” y Mi Catanga Nueva; “Totó “La Momposina” y La Candela Viva; Lilyam Rosero y Mi Litoral Pacífico, entre otras.
Los nombres de Leonor González Mina, “La Negra Grande de Colombia”, y de Sonia Bazanta, “Totó La Momposina”, meritoriamente fueron incluidos en “Hijas del Muntu”, un libro coordinado por María Mercedes Jaramillo y Lucía Ortiz, que recopila las biografías críticas de las mujeres afrodescendientes más representativas de América Latina.
El apartado dedicado a las dos colombianas, lo escribió Paola Marín, docente investigadora de la Universidad de California.
Trabajos discográficos
Jorge Artel y Leonor González, los dos virtuosos del arte, él como poeta y ella con su voz de cantante, en 1964 decidieron grabar un primer trabajo discográfico que titularon “Tambores en la noche”.
En el disco LP de Sonolux, recopilaron versos, declamados y cantados, conjuntamente, por el poeta y la voz del folclor: La cumbia, Canciones en tiempo de porro, Bullerengue, Barlovento, Danza mulata, Ahora hablo de gaitas, tambores en la noche, negro soy, La voz de los ancestros, Romance mulato, Velorio del boga adolescente, Los chimichimitos, y Soneto más negro.
En el segundo disco LP de Sonolux, La Negra Grande de Colombia, incluyó en su estilo varios temas del Litoral Atlántico: Trópico (Luis Carlos Meyer), Las pilanderas (José Barros), Playera (Néstor Castro), La múcura (Toño Fuentes), Cumbia cienaguera (Luis E. Martínez), Te olvidé (Antonio María Peñaloza), Mi cafetal (Crescencio Salcedo), El gallo tuerto (José Barros), entre otros temas.
En los tres discos LP de Sonolux, que siguieron, titulados “Cantos de mi tierra y de mi raza”, grabó temas tradicionales del Pacífico: La marucha, Juana Blandón, Mi Buenaventura, A la mina, Canción del boga ausente, Maximina, Chocoanita, Velo que bonito, Bereju currula, Tío Guachupecito, entre otros.
Artista polifacética
El TEC fue el primer espacio que le abrió las puertas a Leonor González Mina, cuando la joven salió de Robles en búsqueda de horizontes económicos y de la oportunidad de lograr su sueño de ser artista.
El teatro lo alternaba con su participación en un programa de jóvenes cantantes aficionados que se presentaban en un programa de una reconocida emisora de Cali.
También tomó cursos de afinación de la voz en Bellas Artes.
Pronto se integró como bailarina en el Grupo de Folclor Colombiano de Manuel y de Delia Zapata Olivella.
A su regreso al país, triunfal y como La Negra Grande de Colombia, fue invitada como actriz por la televisión y el cine colombiano: “Azúcar”, serie televisiva de Carlos Mayolo; “Crónica de una muerte anunciada”, película dirigida por Francesco Rosi; “Del amor y otros demonios”, película dirigida por Hilda Hidalgo; entre otras.
Aunque algunos criticaran que sólo le daban papeles de empleada en las series y en los filmes, sin embargo, Leonor González Mina con su actuación en la televisión y el cine, reivindicó la identidad al demostrar que ella lo hacía, no para entretener, sino para denunciar ante los televidentes y los cinéfilos esas condiciones discriminatorias de que son víctimas los afrodescendientes.