Un gran esfuerzo de muchas manos, pero aún falta más
Ollas y comedores comunitarios en Cali: solidaridad contra el hambre
Los comedores y las ollas comunitarias se han convertido en la mejor alternativa para combatir el hambre en los sectores vulnerables de Cali.
A las acciones adelantadas por la Alcaldía y la Arquidiócesis para brindar alimentación a quienes no pueden garantizarla por su situación económica, se suma la solidaridad de empresas, fundaciones y la misma comunidad que lideran iniciativas que permiten que miles de caleños de escasos recursos puedan recibir un plato de comida.
Sin embargo, ante la compleja situación social que vive la ciudad, profundizada por la pandemia, estos esfuerzos no alcanzan para cubrir las necesidades alimentarias de todos los caleños que no tienen garantizada su comida diaria.
Los comedores
La mayor red de comedores comunitarios de la ciudad es financiada y operada por la Alcaldía de Cali y la Arquidiócesis, mediante un convendio por $20.717’813.668.
“Desde la administración anterior venían 400 comedores comunitarios, en esta administración se han aumentado 100 más, es decir que hay 500 funcionando en este momento”, dijo la secretaria de Bienestar Social, María Fernanda Penilla.
Sin embargo, ante la situación generada por la pandemia y en respuesta a las peticiones de la comunidad, en lo que resta del año se abrirán nuevos comedores comunitarios en la ciudad.
“Además de eso, en este momento estamos en una adición de 22 comedores que se empezarán a instalar en los próximos días, y la idea es aumentar en lo que resta del año, no te podría decir la cifra exacta, pero de manera inicial van a ser esos 22 más 26, más adelantico, y vamos a tratar de poner otros más antes de que se acabe el año”, agregó Penilla.
“Los nuevos que estamos instalando obedecen a una necesidad y a un diagnóstico que hace la Arquidiócesis, que es la que nos dice que faltan tantos comedores”, explicó la funcionaria.
También, cuando hay disponibilidad de recursos, la Secretaría de Bienestar Social hace convocatorias, las comunidades deben diligenciar un formulario a través de la página web de la Alcaldía de Cali y se realiza un estudio para confirmar la necesidad del comedor.
“Los comedores los operamos a través de la Arquidiócesis, un convenio mediante el cual nosotros ponemos dinero, la Arquidiócesis también, pero, obviamente, muchísimo más aporte pone la Alcaldía para que estos comedores comunitarios funcionen de manera continua”, dijo María Fernanda Penilla.
En estos comedores, que funcionan de lunes a viernes y son totalmente gratuitos, se dan raciones a personas de la comunidad que están inscritas en los comedores. A diario se atiende a cerca de 50 mil personas en las comunas más vulnerables: 7, 10, 12, 13, 14, 18 y 21.
Ollas y mercados
Aunque la Alcaldía de Cali también realiza ollas comunitarias, estas no son pemanentes como los comedores comunitarios. “Son temporales, un día, una semana, un mes, para suplir una necesidad de un momento inesperado”, explicó la secretaria de Bienestar Social, María Fernanda Penilla.
Al inicio de la pandemia y también cuando comenzó el paro, la Alcaldía implementó algunas ollas comunitarias de emergencia, pero en el momento la estrategia está concentrada en los comedores comunitarios y en la entrega de mercados.
La funcionaria agregó que la administración local continúa entregando mercados y anunció que en los próximos días se realizará la compra de cerca de 16.000 a través de la plataforma Colombia compra eficiente.
“Todo el tiempo nosotros entregamos mercados a diferentes grupos poblacionales, a migrantes, a desplazados de la violencia, a personas en extrema pobreza”, explicó Penilla.
Al reflexionar sobre el hambre en la ciudad, la Secretaria de Bienestar Social dijo: “Cali tiene un nivel de pobreza tan alto que todavía nos falta”.
A continuación, presentamos experiencias de trabajo contra el hambre adelantadas por comunidades y también por fundaciones respaldadas por empresas privadas.
La olla de la Na-Be
La Nave y Belén son dos barrios de Siloé que antes de la pandemia y del paro tenían problemas de fronteras invisibles. Hoy los une la solidaridad. Judy, Tito y Mía son el alma de la olla comunitaria de la Na-Be.
Ellos, con el apoyo de los jóvenes de la primera línea del sector, se las arreglan para brindarles un almuerzo a los vecinos de menos recursos.
Un buen día pueden servir hasta 200 raciones. “La olla comunitaria es como almorzar en casa. Hacemos comida con amor, la olla nos une. Es un espacio en el que nos escuchamos y nos apoyamos.
Es mucho más que un plato de comida”, contó Judy.
La olla nació hace dos años y se fortaleció con la pandemia. Hoy es más necesaria que nunca. “Conocemos a nuestros vecinos, sabemos sus dificultades, la olla les brinda apoyo en los momentos difíciles.
Las ollas cumplen un papel diferente a los comedores comunitarios, en torno a ellas hay un proceso social distinto”, explicó Tito.
La olla comunitaria de la Na-Be se alimenta de las donaciones. ¿Quieres apoyarla? Comunícate al 318 6339738
Los comedores necesitan padrinos
Son muchas las entidades que tradicionalmente apoyan los comedores comunitarios en diversos sectores de la ciudad. En la comuna 18, la Fundación Club Campestre está vinculada a esta iniciativa hace varios años.
“Estamos apoyando, en alianza con el Banco de Alimentos, tres comedores comunitarios (en el norte, centro y sur de la comuna) que en total brindan almuerzos a 700 personas.
Inversión mensual $33.5 millones, tenemos presupuestado este programa para tres meses, como respuesta a la emergencia”, contó Juliana Maya, directora de la Fundación.
En sus programas de seguridad alimentaria, la entidad también apoya a 320 huertas urbanas en 5 barrios diferentes, donde el propósito inicial fue fortalecer el tejido social pero de ahí han salido emprendimientos que se pueden articular a la cadena de suministro de los comedores comunitarios.
“El incentivo para fortalecer este tema de las huertas urbanas fue la entrega de mercados a las familias. Ya no estamos haciendo la entrega de mercados porque nos movimos a lo de los comedores, pero estamos tramitando un comprador de productos reciclados que entregue estos mercados.
Hay muchas formas de apoyar a las comunidades e invitamos a todos los caleños a que hagan trabajo social activo. Los comedores comunitarios necesitan padrinos”, completó Juliana Maya.
Compromiso Valle
Compromiso Valle es una iniciativa basada en la escucha activa y la construcción colectiva que reúne ciudadanos, empresas de todos los tamaños y fundaciones, para aportar a la solución de los grandes retos sociales del Valle del Cauca.
Esta iniciativa prioriza seis líneas de acción: Seguridad alimentaria, Transformación de proyectos de vida, Empleabilidad, Liderazgo sólido; además de Emprendimiento y Educación, a través de las cuales se articulan más de 15 programas de impacto social que llegarán directamente a siete ciudades del departamento (Buga, Candelaria, Yumbo, Cali, Jamundí, Palmira y Buenaventura) y espera beneficiar a 30 mil ciudadanos en situación de vulnerabilidad y sus familias.
En el caso de la línea de acción de Seguridad Alimentaria, ya se está llevando a cabo el fortalecimiento de los comedores comunitarios de la capital vallecaucana en convenio con la Arquidiócesis de Cali y la Pastoral Social.
La meta de este frente de trabajo, que es uno de los componentes de la iniciativa global, es entregar 10 mil raciones diarias adicionales a las que ya se entregan a la población más vulnerable de la ciudad.
Compromiso Valle ha habilitado 25 comedores comunitarios haciéndoles llegar no solo los alimentos sino el menaje necesario para la prepación de los alimentos.
La meta de esta iniciativa es llegar a 80 comedores comunitarios habilitados, que estarán distribuidos en diferentes comunas de la ciudad, entre ellas la 3, 6, 7, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 20.
Los comedores comunitarios son administrados por gestoras que han abierto las puertas de sus casas para cocinar a las personas de su comunidad que necesitan este apoyo.
A través de esta iniciativa de empoderamiento, se espera que las mujeres que administran estos comedores puedan más adelante continuar con su propio emprendimiento, tras un proceso de capacitación y acompañamiento.