Cuidado no remunerado y desigualdad de género, en el centro del debate
El sistema que busca cambiar en Cali una carga histórica que pesa sobre las mujeres cuidadoras
Durante años, el trabajo de cuidado ha permanecido invisible en la vida cotidiana. Sostuvo hogares, acompañó infancias, atendió enfermedades y envejecimientos, pero casi nunca figuró en la agenda pública.
Ese cuidado, además, recayó de manera desproporcionada en las mujeres, que asumieron largas jornadas sin remuneración, sin descanso y sin reconocimiento social.
Las cifras muestran la dimensión del problema. Las mujeres caleñas dedican en promedio 7 horas y 50 minutos diarios al cuidado del hogar, de las cuales cerca de una hora y media corresponde al cuidado directo de otras personas.
Datos del DANE (2025) confirman la brecha: mientras las mujeres realizan 27,75 horas semanales de trabajo de cuidado no remunerado, los hombres dedican 10,10 horas. En la práctica, ellas cargan con 2,75 veces más.
Ese contexto explica el surgimiento en Cali del Sistema Distrital de Cuidado, SIDICU, una política que plantea una reorganización profunda de cómo la ciudad entiende, distribuye y reconoce el cuidado.
En los territorios, el sistema es más conocido como CuidArte, un nombre que mezcla la idea de cuidar a quienes cuidan, promover el autocuidado y usar el arte como herramienta pedagógica y comunitaria.
Cuidado, autocuidado y cultura
CuidArte no funciona como un programa aislado, sino como una red de acciones que se despliegan en barrios y corregimientos.
El componente artístico no es decorativo: música, expresión corporal, palabra y color hacen parte de las actividades que buscan aliviar cargas emocionales, fortalecer vínculos y crear espacios seguros.
En estos escenarios se realizan ferias, talleres, charlas, jornadas de bienestar, rituales de autocuidado, acompañamiento emocional y actividades dirigidas tanto a personas cuidadoras como a quienes requieren cuidado.
El SIDICU está dirigido a tres grupos definidos en el Decreto 0304 de 2023. El primero lo conforman las personas que requieren cuidado, como niñas, niños, personas mayores, personas con discapacidad o con enfermedades crónicas.
El segundo está integrado por quienes brindan cuidado, principalmente mujeres que realizan trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en hogares urbanos y rurales.
El tercero corresponde a la ciudadanía que busca fortalecer su autocuidado físico, mental y emocional.
¿Por qué las mujeres son prioridad?
La priorización de las mujeres dentro del sistema responde a un criterio de equidad. No se trata de un trato preferencial, sino de reconocer una carga histórica desigual.
Durante décadas, el cuidado se asumió como una responsabilidad casi exclusiva de ellas, lo que limitó su tiempo, su autonomía económica y su participación social y política.
El SIDICU parte de la idea de que la igualdad no se logra sin corregir esas asimetrías. Por eso, concentra esfuerzos en aliviar la carga, redistribuir responsabilidades y abrir oportunidades para que las mujeres cuidadoras accedan a formación, empleo y espacios de decisión.
El objetivo central del sistema es avanzar hacia una nueva organización social del cuidado, en la que las responsabilidades no recaigan únicamente en las mujeres, sino que se compartan entre el Estado, las familias, la comunidad y el mercado.
A la par, busca reconocer el valor del cuidado, reducir el trabajo no remunerado, redistribuir tareas, mejorar derechos laborales y atender de manera integral a las personas dependientes.
Ecosistemas de cuidado
El SIDICU opera en el territorio a través de los llamados Ecosistemas de Cuidado, espacios físicos y comunitarios donde se concentran servicios para cuidar y cuidarse.
Estos ecosistemas acercan la oferta a los barrios y corregimientos, evitando que las familias deban desplazarse grandes distancias para recibir apoyo.
En su interior funcionan servicios como Espacios Respiro para las cuidadoras, escuelas de autocuidado, capacitación en economía del cuidado y empleabilidad, acompañamiento psicosocial, atención básica para personas dependientes y actividades comunitarias orientadas a la corresponsabilidad.
El sistema se organiza a partir de las llamadas cinco R del cuidado: reconocer el trabajo invisible, redistribuir responsabilidades, reducir la carga, recompensar el cuidado con mejores condiciones y representar a las cuidadoras en espacios de decisión.