Cali, septiembre 9 de 2025. Actualizado: lunes, septiembre 8, 2025 22:50
Fomento del entendimiento mutuo
El poder sanador del diálogo: Un encuentro entre la policía y los manifestantes
Por: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente
Como periodista, mi participación durante el estallido social de 2021 fue un testimonio de la convulsión y la esperanza que se entrelazaban cada día en las calles.
Estuve allí, en los bloqueos, hablando con jóvenes. También trabajé con iniciativas como Compromiso Valle y la Unidad de Acción Vallecaucana, que buscaban una salida negociada y que a la vez se marcara un camino para que estos jóvenes pudieran materializar sus sueños y objetivos.
Durante los 45 días del paro fui a las jornadas lúdicas, a las marchas y a las ollas comunitarias, allí escuchaba las historias de las jornadas violentas de la noche anterior.
Uno de los recuerdos más sombríos que guardo ocurrió en un punto de bloqueo en Siloé. La atmósfera cambió drásticamente cuando la noticia de que dos compañeros habían sido hallados sin vida en la recta Cali-Palmira.
La tristeza y la furia se palpaban en el aire; sabía que la violencia había dejado una huella imborrable en sus corazones.
Ese día regresando a casa a pie, las calles me presentaban otro rostro de la misma moneda: jóvenes policías, no mayores que los manifestantes, aguardaban ansiosos a que algo ocurriera sabían que pronto podrían enfrentarse a aquellos que quizás fueron sus vecinos o compañeros de escuela.
Habiendo vivido esta dualidad, tuve la oportunidad hace poco de asistir al encuentro en el que se presentaron los resultados de un proceso de dialogo entre miembros de la policía y manifestantes, facilitado por el Instituto para la Paz de Estados Unidos.
El ejercicio constó de seis encuentros que no solo buscaban mitigar las tensiones, sino también fomentar un entendimiento mutuo más profundo entre las partes.
Reconociendo al otro
Los encuentros se dieron durante el 2023, un año marcado por la transición a un nuevo gobierno y un ambiente cargado de desconfianza y dolor por las pérdidas en ambos bandos.
Daniel, uno de los jóvenes participantes, compartió: “Cuando conocí a Alejandro, un patrullero de la Policía, vi que era una persona como yo, todos somos colombianos con ilusiones y familias”. Esta simple pero poderosa revelación subraya el corazón del proyecto: reconocer la humanidad compartida más allá del papel que cada uno juega en la sociedad.
La metodología aplicada en los diálogos entre manifestantes y policías se basó en principios de comunicación abierta y respeto mutuo.
Cada sesión fue estructurada para facilitar un ambiente seguro donde ambas partes pudieran expresar sus opiniones y experiencias sin temor a represalias. Se emplearon técnicas de mediación profesional para guiar las conversaciones, asegurando que cada voz fuera escuchada y considerada.
Además, se implementaron actividades de construcción de confianza y talleres de empatía para ayudar a los participantes a ver más allá de sus preconcepciones y entender las circunstancias y motivaciones del otro.
Este enfoque permitió a los involucrados explorar soluciones prácticas y realistas que abordaran las preocupaciones de ambas partes, enfocándose en la humanización del adversario y la búsqueda de puntos en común que pudieran servir como base para futuras interacciones constructivas.
Uno de los aspectos más conmovedores de la jornada fueron los testimonios sobre el impacto de la violencia en las vidas de los participantes.
“La violencia nos marcó a todos. No solo llevamos el dolor físico; las cicatrices emocionales nos recuerdan cada día lo que perdimos y lo que aún está en juego. Este diálogo es nuestra esperanza de sanar esas heridas” compartió uno de los jóvenes de primera línea que participo en la actividad.
El poder del diálogo
El diálogo posee un poder sanador insospechado. A través de la conversación abierta y sincera, se logró una transformación palpable en los participantes.
Otro de los jóvenes involucrados, reflexionó sobre este proceso diciendo: “A través del diálogo, comenzamos a ver a la persona detrás del uniforme y viceversa. Nos dimos cuenta de que compartimos más de lo que nos separa, lo que ha sido crucial para aliviar el dolor y el resentimiento acumulados.”
Esta capacidad del diálogo para restaurar relaciones rotas y fomentar la empatía y el entendimiento mutuo resalta su valor indispensable en procesos de reconciliación y construcción de paz.
Laura, otra panelista, destacó la importancia de este reconocimiento mutuo: “A través del diálogo, rompemos miedos y barreras que nos han hecho ver como enemigos, cuando no lo somos”.
El enfoque estaba claro: entender y respetar las posturas de cada uno, buscando soluciones constructivas que garanticen la seguridad y el bienestar de todos.
Para los miembros de la Policía Nacional presentes en los diálogos, el enfrentamiento con la estigmatizaciones es un tema doloroso. Muchos expresaron su angustia ante la percepción generalizada de ser vistos como adversarios o, peor aún, como asesinos.
“Es desgarrador que nos vean como una amenaza. Entré en la policía para servir y proteger a mi comunidad, no para ser su enemigo” afirmó uno de los uniformados presentes en el encuentro.
Este ejercicio, limitado en su alcance, ilustra el poder del diálogo como herramienta para desmantelar barreras y construir un tejido social más fuerte.
Aunque no resuelve todas las heridas del estallido social, ofrece una prueba convincente de que pasos pequeños y bien dirigidos pueden fomentar una paz duradera y significativa.