Cali, junio 6 de 2025. Actualizado: jueves, junio 5, 2025 23:31
Cachemira, el epicentro de una tormenta global
Mientras el mundo gira su atención hacia Ucrania o Gaza, el sur de Asia vuelve a recordarnos por qué es uno de los focos más volátiles del planeta.
La reciente escalada entre India y Pakistán en Cachemira, detonada por un atentado que dejó 26 turistas muertos el 22 de abril, no es solo un capítulo más en una disputa histórica; es una alerta nuclear con implicaciones globales.
La respuesta de India fue inmediata: ataques aéreos contra supuestos militantes en territorio paquistaní. Islamabad respondió con artillería y el derribo de cinco cazas indios.
En las semanas siguientes, drones, fuego cruzado y la represión han dejado decenas de civiles muertos, incluyendo 17 solo en India. Escuelas cerradas, aeropuertos clausurados, redes sociales bloqueadas. Es decir, el conflicto también se disputa fuera del campo de batalla.
Cachemira es una herida sin cerrar desde 1947. Cuando se disolvió la colonia británica, India y Pakistán nacieron como estados rivales —el primero hindú, el otro musulmán— y la región de Cachemira, de mayoría musulmana, pero con un gobernante hindú, quedó atrapada entre ambos.
La adhesión de Cachemira a India desató la primera guerra indo-pakistaní, y desde entonces la región ha sido teatro de guerras, insurgencias y ocupación.
Pero 2025 no es 1947. Hoy, las dos partes en conflicto tienen armas nucleares, por lo que una confrontación mal calculada podría derivar en una catástrofe global.
Además, la zona se ha convertido en refugio de grupos insurgentes que alimentan el extremismo. Y en el trasfondo, China observa con atención, pues el país se ha convertido en aliado de Pakistán y actor clave en la zona a través del Corredor Económico de la Ruta de la Seda.
Un conflicto abierto comprometería su inversión y su influencia.
El impacto económico del conflicto tampoco es menor. India y Pakistán son economías emergentes integradas a los mercados globales.
Un conflicto prolongado afectaría el comercio, alteraría las cadenas de suministro y elevaría la volatilidad financiera.
No es un problema lejano: es parte del entorno que debemos considerar para tomar decisiones en América Latina y en todo el sur global.
Por eso, aunque la intervención de emergencia liderada por Donald Trump logró una tregua temporal, nadie puede darse el lujo de bajar la guardia.
Para América Latina, la lección es clara: la estabilidad en Asia del Sur importa. Y más allá de seguir la coyuntura, necesitamos interpretar estos eventos como señales del reordenamiento global en curso.
Cachemira es más que solo un conflicto regional, representa un recordatorio urgente de construir pensamiento estratégico propio desde este lado del mundo.