Cantos en intimidad

Armando Barona Mesa, aparte de abogado, ex diplomático, historiador, es un poeta. Y acudo a la definición que dio, en su momento, Manfred Max Neef (intelectual chileno, ya fallecido), quien afirmaba que, una cosa es ser poeta y otra hacer poesía.

Es decir, ser poeta es vivir la poesía, contemplar cada acto de la existencia como una forma poética y otra distinta, es escribir poesía que, agrego, hasta la inteligencia artificial –tan de moda hoy día-, hace versos sin ser poeta.

Sin tener la sensibilidad de quien traza las líneas o digita un teclado.

He visto a Armando asombrarse al observar una escultura o una obra pictórica, o temblar de emoción escuchando un tango.

Recuerdo en su finca Barú –por Tocotá– cuando contemplábamos el atardecer, desde la amplia sala donde estaba ubicado un billar, y me decía que esa era una fábrica de crepúsculos, donde ninguno se repetía.

Y evocábamos a Aurelio Arturo, el poeta de Morada al Sur.

Por eso, su reciente libro que vio la luz hace pocas semanas, titulado “Cantos en intimidad” son el reflejo del poeta Armando Barona.

Hay en sus poemas esa esencia del humanista, del ser que se ha entregado a su esposa Ruby y a su familia y a sus amigos, a quienes canta en sus páginas, haciendo incluso fiestas a un tamal, a manera de divertimento.

La poesía es eso, una fiesta de la palabra precisa, del verbo exacto, del adjetivo que llega para redondear una imagen. Armando Barona, mi mentor, nos arropa con sus palabras en este bello libro que ha sido impecablemente editado por Poemia, que dirige otro buen escritor como lo es Lizardo Carvajal, y que contiene prólogos y comentarios de la poetisa Amparo Romero y de mi amigo Medardo Arias-Satizabal, quien firma indicando “al inicio de una furiosa vejez”

Solo es leer estos renglones: “¿Qué he sido yo? – pregunto- /y los árboles desgajan su presencia/con su estela de algas/ que solo advierten su sencilla esencia”…