De candidato a gobernante

Rosa María Agudelo

Seguimos en campaña. Vamos a completar 4 meses con Petro y ni el gobierno ni la oposición asumen su nuevo rol. Sigue imperando la opinión y reinando el Twitter.

Lógico a un año de las elecciones locales con todas las fuerzas en pie de lucha. El Pacto, aprovechando su posición nacional para consolidarse en las regiones y la oposición, redoblando esfuerzos para no retroceder más.

Sin embargo, al país hay que gobernarlo. Algo que parece se les está olvidando.

Todas las decisiones, todas las intervenciones parecen al servicio de una estrategia política electoral y no de los mejores fines para Colombia.

Eso nos tiene navegando en un mar de exageraciones en las que solo se consigue ahogar y abrumar a los ciudadanos.

Es una nueva fase de la polarización en la que ellos buscan que perdamos la capacidad de disentimiento y discernimiento. Por eso se nos invita a marchar y no a debatir.

Se apela a los sentimientos de amor y odio, fe ciega o temor absoluto, a escoger entre ángeles o demonios. Nos invitan a poner todo en blanco y negro y nos llevan a pensar que para avanzar hay que destruir.

Es patético ver como nuestros gobernantes actúan como influencers, no como estadistas, vendiendo eufemismos aprovechándose de las frustraciones que exacerbó la pandemia.

Colombia ha sido un país serio, con capacidad de afrontar el presente proyectándose hacia el futuro con responsabilidad.

El nuevo gobierno parece un cuentero, elocuente, que ilusiona con su narrativa. Sin embargo, todos debemos preguntarnos, ¿lo que está planteando es sostenible a largo plazo? ¿Las decisiones que está tomando, los rumbos por donde nos está llevando son los correctos?.