El ajolote

Harold García

El día de mi cumpleaños mi hija María Del Mar me sorprendió regalándome un cuadro elaborado por ella en diseño minecraft de un multicolor animalito llamado ajolote. Como no conocía mucho de él, me dediqué a investigar buscando si mi hija me enviaba un mensaje secreto a través de este extraño ser.

¡Oh sorpresa! Es un animal sinigual, endémico de la cuenca de México, el único vertebrado capaz de regenerar miembros perfectos sin dejar cicatrices, leyeron bien, sin dejar cicatrices. Pero, además, pueden crecer de nuevo tejidos como pulmones, ojos, ovarios, corazón. Es el animal de la eterna juventud, se mantiene en estado larval toda la vida, pero logra tener su plena madurez sexual, mejor dicho, como dice un amigo mío, “que belleza”. Su apariencia tierna, coronada con una piel color rosado, blanco o dorado y una boca que parece sonreír permanentemente y sus bronquios que intercambian gases llevando oxígeno a su sangre le permiten vivir en el fondo de los lagos, alimentándose y procreándose. Algunos de ellos por estrés o estados de riesgo pierden su condición larval y se convierten en salamandras adultas y seriotas, pero la mayoría no se deja afectar por la vida y siguen juveniles y con su eterna sonrisa.

Conclusión, mi hija me regaló un animal simbólico de la vida, para aprender a vivir bien, sin dejar que el estrés y la rutina nos quite la ilusión y la fuerza de la juventud, a regenerar permanentemente el ego lastimado, a reconstruir el corazón para no hacerse mala sangre, a reinventar los sueños y sobre todo a sonreír aun en medio de la tempestad. Gracias María Del Mar, me hiciste creer en algo chévere, la capacidad de reinventarse.

Pero como la vida en una posta, le deseo a los lectores que en lo poco que queda de 2021, con pandemia, paro y todo y en 2022, sean unos ajolotes, eternos niños maduros, felices y corajudos. Igual quisiera que nuestra bella ciudad de Santiago de Cali sea capaz de regenerarse de sus desastres sociales sin dejar cicatrices, reconstruyendo el tejido social y el optimismo que pareciera irreparable. ¿Será mucho pedir ajolotes?