El dilema: ¿Seguridad o cambio?

Tomás Lombana Bedoya

La campaña presidencial en Colombia ya empieza a sentirse con más fuerza.

Muchos precandidatos arrancarán su recorrido recogiendo firmas, una estrategia que cumple dos propósitos: participar sin el respaldo directo de un partido político —proyectando así una aparente independencia— y ganar visibilidad, algo fundamental en esta etapa donde lo más importante es volverse conocido.

Conviene tener algo claro desde ya: las próximas elecciones presidenciales probablemente se desarrollarán en tres momentos.

Primero, unas primarias internas en las que los bloques políticos elegirán a su representante; luego, la primera vuelta oficial; y finalmente, una segunda vuelta que muy seguramente enfrentará dos visiones antagónicas del país. Así que no hay que precipitarse.

Por ahora, ya se vislumbran tres grandes bloques ideológicos: derecha, centro e izquierda. Una firma encuestadora ha identificado cerca de 60 nombres como potenciales precandidatos.

Sin embargo, todos sabemos que el escenario volverá a ser el de siempre: una polarización intensa, casi enfermiza.

Otra vez los buenos contra los malos, el yin y el yang, los pobres contra los ricos, el empleador contra el empleado… Y nos polarizaremos de manera demencial. Ojalá me equivoque.

En lo que no tengo dudas es en esto: Colombia quiere cambio —un cambio que, para muchos, no se materializó en este gobierno— y exige seguridad, como lo muestran las encuestas, que reflejan una percepción de inseguridad alarmante.

Si siguen ocurriendo hechos violentos como los que no veíamos desde hace más de 25 años —por ejemplo, el atentado contra un precandidato presidencial o el reciente secuestro de 57 soldados en el Cauca (ya liberados)— el tema se convertirá, sin duda, en el eje central de la contienda.

Aquí está el verdadero dilema: todos queremos un país más justo, con oportunidades reales para todos; donde quienes menos tienen puedan vivir con dignidad; donde crear empresa no sea una odisea; donde los salarios sean justos, el sistema de salud funcione, y la educación pública sea de calidad y de acceso universal.

Pero también queremos vivir sin miedo a que nos roben en la calle, sin temor a una “pesca milagrosa” en las carreteras, sin extorsiones a empresarios, sin bombas en las ciudades, y sin líderes sociales asesinados por pensar distinto.

Cambio y seguridad son dos demandas transversales en la sociedad colombiana. No distinguen estrato, edad, género ni ideología.

La campaña que sea capaz de transmitir con claridad, equilibrio y coherencia ambas cosas, será, con toda probabilidad, la que se imponga en la segunda vuelta.