El Mundial de Salsa

Umberto Valverde

Uno de los procesos más interesantes de la cultura popular caleña ha sido el Mundial de Salsa.

Es el aporte de una larga tradición que se inició gracias a la participación del baile como tal, digamos el baile de los pioneros, que era extrapolado de las películas mexicanas de cine, de un subgénero, llamado el cine de rumberas, que se realizó entre 1945 y 1960.

El auge fue tan grande, que desbordó los barrios y logró ser acogido, de mala manera, en los grilles y discotecas de la ciudad.

Se les daba participaciones mezquinas y no eran pagas, los bailarines recibían recompensas monetarias del público.

Para los años setenta, ya se había instalado en nuestra ciudad el periodista cubano José Pardo Llada, vocero de la revolución cubana, y se había convertido en un periodista de mucha fuerza popular, simplemente porque tenía una visión global de la cultura de la música y el baile, muy fuerte en su isla, en donde ya existía el famoso Tropicana.

Con la colaboración de un español, Vicente “Gallego” Blanco, organizó el primer Mundial de Salsa, teniendo al cantante Rolando La Serie.

Esto sirvió para el baile caleño tomará identidad, de esta manera se hizo famoso Watussi, Jimmy Boogaloo y Evelio Carabalí, entre otros.

Décadas después el concejal Escobar creó un decreto alcaldicio de apoyo a la salsa como, considerando esto como expresión caleña.

Casi de inmediato, el concejal Carlos Urresty, asesorado por Alejandro Ulloa, Rafael Quintero, Mulato y Umberto Valverde, se pudo crear la estampilla Procultura, que dio nacimiento al Mundial de Salsa, pero organizado por una entidad privada, ABB, de Andrea Buenaventura.

En la administración de Ospina, en 1998, adquirió un carácter de evento organizado por la Secretaria de Cultura, para el cual se creó un Comité Conceptual.

El evento creció, armó una estructura, donde predominaban los bailarines, pero eran importantes los músicos, y los investigadores, para fundamentar la historia que no existía.

En esta versión, organizada por Viviana Vargas, una excelente bailarina, se hace una versión parroquial, donde no se tienen en cuenta a sus fundadores y en donde se pregona una versión gremialista, sin trascendencia ninguna.