Cali, agosto 1 de 2025. Actualizado: jueves, julio 31, 2025 22:31
Entre la niebla
Hace muchos años, cuando estábamos terminando bachillerato, decidimos hacer la infaltable excursión, y, después de muchos bazares y rifas, logramos contratar un bus para recorrer Colombia.
Ya de venida nos tocó atravesar el alto de ventanas en altas horas de la noche y en el lugar más inhóspito el conductor frenó el bus y determinó que nos quedábamos en ese lugar hasta que llegara el nuevo día, pues se sentía incapaz de seguir.
Ante semejante noticia y el frío que calaba los huesos, decidimos que continuara despacio con las luces de alta y dos de nosotros trotábamos delante del bus, por turnos, para marcar la ruta, y así logramos salir del atolladero.
Reflexionando sobre esa inolvidable situación, he llegado a la conclusión que el conductor sí era competente, pero en esa específica circunstancia, por falta de experiencia, necesitaba la ayuda adicional que le brindamos.
Haciendo un símil con la situación actual de Cali, lo razonable es entender que nuestras autoridades no estaban preparadas para dos catastróficas situaciones simultáneas y correlacionadas que nos llevaron a unos impactos emocionales, económicos y sociales de la magnitud más alta en la escala de los eventos de ciudad y nación.
Ellos, como el conductor del bus, actuaron con la mayor prudencia, entendiendo que era la primera vez que se enfrentaban a lo inafrontable. Con aciertos y errores que generan consecuencias, han actuado de la mejor manera, y el cotarro de las redes sociales como una bandada de generales después de las batallas han trazado las estrategias que no se cumplieron.
Creo que aun cuando la guerra continúa, es el momento de silenciar las críticas acerbas y empezar a preguntarnos cómo aportamos a salir de esta encrucijada.
Los empresarios a reiniciar sus actividades sin fusilar empleos como receta mágica. Los trabajadores a unirse a los dueños de la producción y aportar su mano de obra con la mayor voluntad.
Los youtubers, los periodistas, los sacerdotes, los pastores, los artistas, los músicos, los empleados públicos, a hacer de tripas corazón y amar a Cali como si fuera el primer y único amor, haciendo hasta lo imposible para volver a enamorarnos de esta ciudad que nos acogió.
Desde luego, lo que ha pasado no puede dejarse en el olvido, nos debe enseñar que sin solidaridad, disciplina y oportunidades para todos, no es viable la ciudad.
Eso implica para nuestros gobernantes que hay que enmendar la plana, a los ciudadanos que debemos generar procesos de integración social, de buenas maneras y solidaridad, a las familias, que son las células más importantes de la sociedad y sin ellas no podemos vivir.
Los jóvenes deberán repensar si su justa queja no se convirtió en un río de violencia injustificada, los mayores si nos ocultamos como el avestruz en la máscara del egoísmo y los intelectuales y académicos que solo vieron pasar el desfile sin prevenir en voz alta su final desastroso, mientras degustaban el licor de los libros de moda, aportar su sabiduría para la reconstrucción que nos compete a todos. Salir de la niebla es nuestra tarea.