Cali, septiembre 7 de 2025. Actualizado: sábado, septiembre 6, 2025 20:17

Adrián Zamora Columnista

Estados Unidos y Venezuela: ¿un jaque mate en el Caribe?

Adrián Zamora

Desde principios del siglo XX, Estados Unidos ha considerado el Caribe como su “vientre blando”: un espacio vital que conecta sus tres costas y, a la vez, constituye un nodo de vulnerabilidad frente a potencias rivales.

El reciente despliegue militar frente a Venezuela se inscribe en esa lógica histórica, envuelta en la narrativa antidrogas que ha operado como un pretexto recurrente.

Pues lo que se proyecta como una operación antinarcóticos es, en realidad, la antesala de jugadas estratégicas cuya dirección aún está por definirse.

Una primera opción se ubica en la casilla geopolítica. Es previsible que Washington busque preservar su perímetro inmediato y evitar que sus rivales estratégicos consoliden presencia en el Golfo de México, pues las rutas marítimas del Caribe son arterias que sostienen tanto su seguridad como su capacidad de proyección.

En este contexto, un despliegue naval deja de ser un gesto aislado para convertirse en la advertencia de que ninguna potencia externa debe ocupar posiciones en un espacio que Estados Unidos asume como propio.

La casilla energética podría resultar igual de tentadora, ya que Venezuela concentra las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, junto a un conjunto de minerales estratégicos que amplifican su valor.

En un escenario de transición energética marcado por la incertidumbre, asegurar que esos recursos sostengan el consumo de Occidente, o al menos evitar que se orienten hacia Asia, se convertiría en una prioridad evidente.

Y no es un cálculo nuevo, pues durante décadas el país funcionó como enclave de las grandes petroleras estadounidenses, y la disputa actual reactiva esa vieja tensión entre dependencia y control.

La narrativa antidrogas habilitaría otro movimiento. Aunque se apunta al “Cartel de los Soles” y al Tren de Aragua, las principales rutas de cocaína se concentran en el Pacífico y Centroamérica.

El antecedente de Panamá en 1989 ilustra cómo el argumento puede operar como cortina legalista para legitimar presión política o militar.

Y la designación de Maduro como “narcoterrorista” hace parte de esa estrategia de recortar legitimidad y preparar el terreno para medidas más agresivas.

Finalmente, la dimensión multipolar completaría el cuadro. Moscú y Pekín han brindado respaldo militar, tecnológico y financiero a Caracas, transformando una alianza bilateral en un episodio de la disputa global por el orden internacional.

De ahí que los escenarios más probables incluyan una disuasión prolongada, con una probabilidad cercana al 55%, pero también incidentes capaces de escalar más allá de lo previsto. Lo que es seguro es que el tablero caribeño dejó de ser regional.

¿Podrá Venezuela resistir sin fragmentarse desde dentro? ¿Asumirán Rusia y China el costo de sostener a un aliado frágil por tiempo indefinido? ¿Podrá Estados Unidos mantener la presión sin dispersar recursos de otros frentes?

El tablero sigue dispuesto y las piezas en tensión. Pero lo que hoy parece una partida inconclusa podría resolverse de manera más drástica: un jaque mate en el Caribe que alteraría no solo el equilibrio hemisférico, sino también la arquitectura del poder global.

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jueves 4 de septiembre, 2025
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