Fernando Botero

Umberto Valverde

La noticia de la muerte de Fernando Botero es una huella que marca el recorrido de un artista universal.

El más importante de nuestro país ha sido el gran premio Nobel, Gabriel García Márquez, con una obra inmensa, leída y admirada.

Haber conocido a Gabo es una alegría inmensa por su dimensión, humana y controversial.

No es igual con Botero, un creador cercano a Europa, en sus convicciones, en la forma que hizo el arte y también donde lo expuso.

Debo decir que tenemos poca cercanía con sus diferentes facetas de su talento.

Vendrán demasiados elogios, pero el colombiano en general tiene una referencia visual, si acaso periodística, de su trayectoria.

Gabo y Botero, están en unos terrenos diferentes, que no comunes.

Ellos establecieron sus calidades antes de la existencia de las redes sociales, un termómetro que cambia todo lo existente.

Gabo y Botero son lo perdurable.

Ya vemos cómo Shakira explota con su talento esa telaraña de las redes sociales, donde la música liquidó sus estructuras tradicionales, el disco impreso, las plataformas de radio, y coloca a un cantante, más allá si es bueno o malo, en las cifras millonarias de algunos ritmos, mientras otros, como la salsa, sobreviven basados en un talento específico.

Eddie Palmieri es una leyenda de minoría.

Mientras que otros compositores se esfuerzan porque un género no desaparezca.

Ya no existen criterios únicos, verdades irrefutables.

¿Cuál es el valor de un músico que llena un estadio? ¿Cómo se mueven los músicos que no les alcanza su potencia para impactar en las redes, y tienen su vigencia en una discoteca de mil personas?

Gabo fue otra cosa, enorme y trascendental.

Sabio y duro.

Escucharlo, para los que tuvimos ese privilegio, es algo que uno agradece.

Lo conocí por años.

No es igual con Botero, al que yo miro con respeto, en un país que ni siquiera lo sabe leer.

En medio de tanta mediocridad.

De los medios que son espantosos, ellos nos dan un lugar en el mundo.

Existimos por Gabo, por Botero, admirados en los grandes escenarios.

¡Honor a los maestros, a los diferentes, a los que dejan huella eterna, para ser estudiada y analizada!