Festival de Música de Cámara de Cali

Leonardo Medina Patiño

Cali es definitivamente una ciudad diversa y pluricultural. El sabor de las variadas expresiones del arte, la cultura, se palpitan y evidencian cada día en las calles de la ciudad, que ahora es distrito especial cultural.

Claro, algunas con un mayor rigor que otras, mejor factura, más oficio y dedicación que reflejan el estilo de un artista plástico, de un músico o de quien se ha dedicado a la danza.

Se concretó esta multiculturalidad este miércoles 14 de agosto, al inaugurarse dos festivales de música en Cali. Diferentes, públicos distintos, ritmos y sonoridades -al parecer, abiertamente distantes-, aunque en el arte siempre habrá un hilo conductor que las hermane. Hablo del festival de música del pacífico Petronio Álvarez, que llega a su XXVIII versión y, el excelente festival de música de cámara de Cali, que este año va en la IX edición.

Se inauguró en la sala Beethoven con un concierto de del trío de clarinete (Marco Bonfigli), viola (Gianfranco Borrelli) y piano (Juan Sebastián Collazos) deleitándonos bajo los armoniosos compases de Mozart, Bruch Eric Ewazen. Y su agenda culmina el sábado en el club campestre, pasando por la fundación Valle del Lili y el liceo hispanoamericano.

El concierto inaugural estuvo cargado de esa magia que contiene la música clásica, de ese fervor del público que llenó la Beethoven, de la pulcritud en la interpretación de cada pieza musical para llevar impregnada en el corazón y en la memoria esa noche de arte realmente excelso.

Aunque el festival Petronio tiene un enorme apoyo del Estado, mientras el festival de música de cámara es auspiciado, únicamente, por el sector privado, es una apuesta que no se puede soslayar, para lograr que se consolide, en Cali, este tipo de expresiones musicales.

Y como dijo mi amigo Charlie Pineda, al finalizar el concierto, en medio de la emoción y los aplausos: ¡Que viva la música!