Cali, junio 6 de 2025. Actualizado: jueves, junio 5, 2025 23:31
Francisco: El papa geopolítico
Desde su elección en 2013, el Papa Francisco reconfiguró el papel de la Iglesia en la geopolítica global, apostando por una diplomacia pragmática y flexible.
Su liderazgo trasciende lo religioso, pues utilizó el “poder blando” para posicionar al Vaticano como un actor clave en un mundo marcado por profundas fracturas geopolíticas.
Francisco transformó la diplomacia de la iglesia, tradicionalmente centrada en Europa y Occidente, apostando por un enfoque global más integral.
Priorizó regiones como Asia, África y América Latina, nombrando cardinales que reflejaban su visión de una Iglesia más representativa.
Esta nueva estrategia diplomática se consolidó a través de iniciativas como la mediación en conflictos internacionales, donde abogó por el diálogo y la negociación en lugar de la confrontación.
Un claro ejemplo de su pragmatismo fue su postura en el conflicto Rusia-Ucrania. Francisco cuestionó las sanciones contra Moscú y comprendió la consolidación de un orden mundial multipolar, rechazando una lógica de bloques enfrentados.
De esta manera, buscó mantener canales de comunicación abiertos, lo que contrastaba con las políticas de aislamiento que dominaban en muchas relaciones internacionales.
Otro hito en su diplomacia fue el acercamiento a China, con la firma de un acuerdo histórico sobre la designación de obispos, que mostraba su disposición a dialogar con potencias autoritarias sin ceder en principios fundamentales.
Este acuerdo representó una clara apuesta por un modelo de diplomacia no alineada, que muchos países, como Colombia, podrían tomar como referencia para diversificar sus relaciones internacionales.
El Papa entendió el poder no sólo en términos militares o económicos, sino como la capacidad de construir consensos y ofrecer legitimidad moral.
En un mundo fragmentado y multipolar, el verdadero liderazgo radica en la habilidad de gestionar las contradicciones y tender puentes entre actores aparentemente irreconciliables.
Este es el legado geopolítico de Francisco: una lección sobre cómo navegar las complejidades del poder global en un siglo incierto.
Con la muerte de Francisco el rumbo geopolítico que asumirá el Vaticano es incierto. Su papado marcó una ruptura con la tradición de alineamiento automático con las potencias occidentales, apostando en cambio por una diplomacia más autónoma, centrada en el multilateralismo, el sur global y la justicia climática.
El desafío para su sucesor será definir si mantendrá este modelo de diplomacia estratégica o si la Iglesia regresará a enfoques más tradicionales.
En cualquiera de los casos, el legado de Francisco deja abierta la pregunta sobre cómo las instituciones globales pueden adaptarse a un mundo que ya no sigue las reglas del pasado.