Kleptocracia

Rodrigo F. Chois

Resulta desolador el constante bombardeo de noticias relacionadas con la corrupción que padecemos diariamente los colombianos.

Este fenómeno me hace recordar aquella triste época en la que las noticias continuas versaban sobre incursiones violentas en diferentes zonas del país.

¡Pero ahora el tema es corrupción! Y lo más alarmante es el hecho de que los personajes implicados en estas denuncias; algunos presuntamente, otros confesos, y otros claramente evidenciados, continúen con sus vidas de manera ostentosa, viviendo como si pertenecieran al jet set internacional y, lo más desconcertante, con un séquito de admiradores que los vitorean al pasar, considerando a estos aberrantes corruptos como objetos de veneración, y a quienes elegirían una y otra vez con su derecho al voto.

Esto se asemeja a lo que ocurre con los grandes capos mafiosos que han sido convertidos en héroes gracias a las producciones literarias, cinematográficas y televisivas.

¿Cómo hemos llegado a esto? Una posible hipótesis es que la sociedad haya idealizado y normalizado el robo. Sin embargo, cuando en las redes sociales se publican videos de las brutales golpizas que reciben los ladrones callejeros, palizas que han sido eufemísticamente bautizadas como “reacondicionamientos conductuales” y “paloterapias”, se evidencia el odio y la falta de tolerancia hacia este tipo de comportamientos.

¿Existe acaso una doble moral en torno al robo, similar a la que existe en relación con la sexualidad?
La kleptocracia, ese sistema de gobierno caracterizado por la corrupción y el saqueo desenfrenado de los recursos públicos, solo puede existir cuando la desesperanza, la falta de justicia y la ausencia de otras opciones nos obligan a aceptarlo con resignación… Triste, pero así es.