Cali, julio 27 de 2024. Actualizado: sábado, julio 27, 2024 00:38

Hugo E. Gamboa Cabrera

Las acrobacias para robar

Hugo E. Gamboa Cabrera

Siempre se ha dicho que la corrupción, ese asalto a las arcas del Tesoro Público, duele mucho pero, vale preguntarse: ¿los colombianos nos acostumbramos tanto a eso que no reaccionamos, que somos pasivos, que nos parece normal porqué pensamos que en nuestra patria nunca pasa nada al respecto? ¿Qué la justicia pasa de largo o mira de soslayo para no tocar a “poderosos” por ese bendito sofisma de “no nos pisemos las mangueras? ¿Que los organismos de control también miran para otro lado por ser “subalternos” de quienes los eligen desde una curul contaminada?

Claro, toda regla tiene su excepción y, no son todos los políticos corruptos empedernidos, solo que, son tan poquitos los que se salvan de semejante “veneno” nacional y, prefieren abstenerse en participar y opinar para no sentirse los lunares de un cuerpo u organismo fétido.

Transparencia por Colombia, un organismo que depende de Transparencia Internacional, dice al respecto: “Sin duda la corrupción no es un problema nuevo; sin embargo, los actos de corrupción que evidenciamos hoy son mucho más complejos que antes pues involucran una amplia variedad de actores, se realizan de manera ágil mediante técnicas difíciles de prevenir y rastrear, y generan impactos muchos más amplios sobre la sociedad, la democracia, los derechos y la economía.

Transparencia Internacional ha denominado estas situaciones como “gran corrupción”, entendidas como el abuso del poder de alto nivel que beneficia a unos pocos a costa de muchos, causan daños muy serios y extendidos sobre toda la sociedad y los individuos, y que usualmente queda en la impunidad.

La gran corrupción es un crimen que viola derechos humanos y por lo tanto merece un castigo de las mismas proporciones del daño que generan.”

Hoy, precisamente, en un gobierno distinto a los anteriores, ideológicamente, que siempre pregonó desde las curules del Congreso de la República, que la corrupción “era un cáncer que no dejaba que el país avanzara”, desinfló la esperanza de millones que creyeron que su elección era la salvación de Colombia. Vaya sorpresa.

El poder los obnubiló y, el manejo del presupuesto nacional, los enloqueció. Al menos, eso es lo que percibimos, desafortunadamente, para que nuestro país siga siendo parte del Tercer Mundo.

El país, definitivamente, va de para atrás en todos los renglones de la economía nacional, al menos eso lo conocemos gracias a organismos distintos al Dane, dependiente, nominal y emocionalmente, del mandatario del país.

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viernes 26 de julio, 2024
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