Cali, agosto 1 de 2025. Actualizado: jueves, julio 31, 2025 22:31
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Ante la situación tan grave que soportan la ciudad de Santiago De Cali y el departamento del Valle del Cauca, los profetas apocalípticos, los mesías del diálogo o de la fuerza y los falsos protagonistas por redes sociales lanzan sus diatribas, arengas y soluciones simplistas que perturban nuestra condición de sencillos ciudadanos que lo único que queremos es que esto acabe y retornemos a la normalidad con todo y pandemia a bordo.
Es evidente que se activaron unos motores de sacudida social y remezón económico y político cuyas consecuencias pronto se verán para dolor de patria de los colombianos. Pero quisiera proponer a los amables lectores que no permitamos que esos profetas y mesías nos roben el derecho a analizar la realidad de lo que sucede y mantengamos la capacidad de ser actores de nuestro destino, haciendo análisis propio, sereno y productivo.
Algunas preguntas ayudarán a cada lector a elaborar su visión, no sin antes recomendarle que evite chancucos o copias de dudosa autoría, acuda a su propia experiencia, evitando en lo posible sesgos ideológicos que tan comúnmente arrastramos en el transcurrir de la vida. Empecemos:
Quiénes son los actores que participan en este paro, tomémonos la molestia de buscar sus páginas web o Twitter o demás redes originales para conocer de la propia fuente lo que piensan. Hagamos una pequeña lista de posibles actores: sindicatos, indígenas, ONGs, estudiantes, profesores, organizaciones que representan etnias, mujeres, sectores sociales. Pero no nos quedemos ahí pensemos en otros actores non santos, que pueden estar participando, tales como guerrilla, narcotráfico, oficinas de cobro, organizaciones de delincuencia común.
La pregunta del millón es qué lograrían cada uno de estos actores con la movilización, si les interesa que sea pacífica o les interesa que se genere vandalismo y destrucción. ¿Por qué razón los pacifistas no se pronunciaron para desaprobar el vandalismo, el saqueo y la destrucción?
Evaluemos objetivamente, mirando cómo han actuado día a día ante este desmadre nuestras autoridades. ¿Acaso tenían las herramientas suficientes para evitar el vandalismo y no las activaron oportunamente? ¿Era la mediación de entes internacionales o de actores con reconocida credibilidad una solicitud que se debió hacer en las primeras de cambio y no se hizo? ¿Han sido transparentes las informaciones de muertos, heridos, desaparecidos? ¿Era posible concertar rápidamente una tregua o no? ¿Cómo fue el comportamiento de la fuerza pública?
Pasemos a unos actores que considero especiales y espero que no crean que soy mal pensado. Hablo de los actores políticos.
¿Tienen una agenda oculta para promover, mantener o atizar esta bola de nieve en que se convirtió el paro? ¿La reforma tributaria fue un florero de Llorente o parte de un plan calculado o una serpiente de mil cabezas presentada ingenuamente en el momento equivocado? ¿Todos los actores políticos que esperan las nuevas elecciones estaban listos para jugar este picadito de entrenamiento, lesionar algunos contrarios, sacarles tarjeta roja a los goleadores enemigos y vender boletas para la gran final? ¿Por qué no se pronunciaron rotundamente contra el vandalismo, el saqueo y la violencia?
En fin, querido lector, ahí dejo esta propuesta, esta sopa de caracol. La tarea no es tan fácil, pero al menos cuando nos inviten a tomar un rumbo cualquiera, no vamos a tragar entero.