Cali, agosto 22 de 2025. Actualizado: viernes, agosto 22, 2025 22:13
Otra vez el horror
Este país parece condenado a repetirse. Los muertos de ayer en Amalfi y en Cali hacen parte de la misma historia que mi generación está viviendo, con variantes y horrores, desde 1948.
La batalla desigual con los drones que la plata del oro y la cocaína han permitido dotar a los ejércitos de los traquetos, parece perdida de antemano.
El estallido de los camiones frente a la Base Aérea de Cali, nos ha vuelto a traer de sopetón a los mismos escenarios de la guerra de los narcos que vivimos hace 30 años.
Otra vez al horror que creíamos haber superado con el paso del tiempo y la evolución de las crueldades.
Los soles de Amalfi y el runrún del cañón del Porce han sido escenarios para los escritos de Dasso Saldívar y para muchas páginas de mi novela del Papagayo que tocaba violín.
Por eso, personalmente me duele ver esas lomas de mis antepasados machadas de la sangre que parece no haber corrido suficientemente.
La Base Aérea Marco Fidel Suárez así se haya convertido con el paso de los años en un estorbo urbanístico para el desarrollo de Cali, es demasiado representativa, yo diría que exageradamente unida al sentimiento de los caleños como para que las bombas de ayer terminen siendo presentadas tan solo como un avance de la republiqueta independiente de Mordisco.
Son una espina clavada en el esternón de una ciudad que no había querido entender que el horror de la guerra estaba llegando a sus calles.
Los policías muertos en la inútil batalla contra la traquetería, remedan en su horror a los miles que cayeron en la terca guerra que los gringos periqueros han querido librar contra la droga en los territorios donde la producen, no en las calles norteamericanas donde se distribuye y consume.
Estamos repitiendo la película de las ciudades estallando a bombazos y esta vez nos cogen con los ejércitos constitucionales con las manos amarradas por una caprichosa manera de gobernarnos.
Prefiero callar.