Petro: dos años de caos y disolución nacional

Miguel Yusty

Parece mentira, pero el mundo no aprende. La memoria es un mundo de desmemoriados poco parecidos al encantador “Funes el Memorioso” que nos describía Borges, en un relato tan corto como la memoria misma. Todos se olvidan, ante la magnitud de las tragedias, que modelos y proyectos políticos como el de Petro vienen fracasando en América Latina desde 1959 en Cuba, cuando se inventaron el famoso modelo de la Revolución Cubana. Este modelo encontró réplicas que hasta hoy existen como lunares negros y se han convertido en verdaderos infiernos, como en la Nicaragua de Ortega y en la Venezuela de Chávez y Maduro, con un pueblo sometido a implacables dictaduras.

De estos tres personajes, el más formado y peligroso es precisamente nuestro presidente. Su ortodoxia ideológica es una réplica de cómo se originan las dictaduras que nacen bajo el manto protector de la democracia liberal, haciéndose presidentes e iniciando una tarea de liquidación paulatina de los mecanismos de control tan importantes que, desde el siglo XVIII, cuando la Revolución Francesa inventó el equilibrio de los poderes, el mundo occidental se ha aferrado a este mecanismo como la salvaguarda de la estabilidad.

En estos dos años, el gobierno de Petro ha dedicado sus días y sus horas a liquidar y cooptar, en una tarea que no tiene reversa, al Congreso, a la Fiscalía, que ya está bajo su égida, y a la Defensoría, cuyas candidatas están próximas a ser elegidas, una de ellas por el Congreso. El año entrante lo hará con la Procuraduría y así sucesivamente, como ha sucedido en Venezuela con las cortes, para de esa manera legitimar todos sus actos de gobierno, dejando para lo último el Congreso, que es la institución con más fragilidad y más desprestigio.

Por otro lado, el caos que hace presencia como la gasolina de la “paz total” sigue bajo el vaivén de los “ceses y los levantamientos al fuego”, creando un nuevo mapa político y administrativo de la nación, donde los grupos armados de la economía del narcotráfico tienen tomado y bajo su control gran parte del territorio nacional, marcando un rotundo y creciente control territorial en estos departamentos y municipios. Bajo el mando del presidente, quien creará las condiciones en el año electoral, la crisis y la fractura de la unidad nacional tendrán como contexto una serie de departamentos y municipios fallidos.

Este caos creado por la “paz total” serán las condiciones objetivas para justificar la constituyente y crear en las ciudades y en las carreteras del país pequeños y grandes gobiernos que, en nombre del narcotráfico y con la comunidad instrumentalizada, crearán el nuevo país que el petrismo nos ha prometido con el cambio.

Todo lo descrito hace de Petro ya no una amenaza sino la cruda realidad para los demócratas ingenuos y los contratistas compulsivos, que se le acercan a ver qué sobras quedan del plato de los opulentos o de un momento a otro se separan, pero hasta la fecha no han asumido ninguna posición opositora que nos salve del caos financiero que la disolución nacional de los municipios y departamentos fallidos y, lo más grave, que nos salve de Petro no nos repita la dosis en el 2026, pues fue él quien le diseñó a Maduro todo el proceso de trampa y engaño para el fraude electoral, porque para Petro la permanencia de Maduro es la garantía de su quedada como presidente del país.