Cali, junio 27 de 2025. Actualizado: jueves, junio 26, 2025 23:20
Ser feliz… SIEMPRE, todos los días
Desde hace algunos años se puso de moda hablar de la felicidad como si fuera una ciencia muy elaborada, que demanda enormes estudios y mediciones.
Son decenas los autores y centros de investigación que han escrito artículos y libros al respecto, tratando de definirla.
Porque estoy convencido que la felicidad es un estado del alma placentera que sabe disfrutar permanentemente de su paso por este mundo y que se puede vivir aquí y ahora, en todo momento y todos los días, no pretendo, como académico, hacer un análisis técnico sino uno especialmente práctico y humano.
A diferencia de lo que piensan muchos, la felicidad no puede confundirse con alegría, que es un sentimiento temporal.
Por ello no se puede decir erróneamente, por ejemplo, que somos uno de los países más felices del mundo.
Si bien los colombianos sacamos buen humor de muchas tragedias, eso no significa que así nos riamos, tengamos paz en el corazón.
La felicidad tampoco puede verse como un estado místico al que se llega con la muerte, porque para los vivos eso es imposible de controlar.
Y si fuera únicamente un propósito final de vida, no tendría sentido esperar a envejecer para ser feliz, además porque millones de personas solo alcanzan una corta vida.
La felicidad también es el resultado de un cúmulo de sensaciones positivas, sentimientos afectuosos, pensamientos afables y decididos compromisos hacia la vida, el trabajo, la familia, la educación, las relaciones sociales, los desafíos del mundo, la rutina, la naturaleza y los más mínimos detalles del día a día.
Quien se siente y vive feliz, lo refleja en su comportamiento, palabras, gestos y actitud frente a todo lo que le pasa, incluso si de por medio hay situaciones criticas, accidentes y noticias negativas de diversa indole.
Una persona feliz es consciente de sus limitaciones, se equivoca y aprende, falla y corrige y sabe pedir perdón, sabe dar gracias, aprende a reiniciar, a devolverse para no volver a equivocarse, y hasta sabe perder algo o mucho sin deprimirse, todo ello y mucho más hacen parte del aprendizaje, la convivencia y la búsqueda insistente de un mundo mejor.
En general, la mayoría de los estudios sí coinciden en describir los factores de vida que contribuyen a afianzar un sentimiento de placidez con la existencia, tales como alimentarse debidamente, caminar mucho y hacer ejercicio, intercambiar ideas y disfrutar de las amistades, servir a los demás y participar en programas de voluntariado, saber controlar las pasiones y el estrés, y tener creencias espirituales, entre otros.
Claramente no siempre se vive en el mejor entorno y las condiciones deseadas, pero lo que determina la felicidad viene de adentro del espíritu humano.
De una naturaleza trascendente que no se mide en dinero, en número de amigos, en reconocimiento público, en títulos académicos o en distinciones, sino en aprobar el juicio crítico de la propia conciencia que determina si cada acción, en todo momento y frente a todos los demás, contribuye al bienestar propio y colectivo.
La persona feliz es consciente de sus limitaciones y siempre obra conforme la búsqueda del bien propio y, sobre todo, el de los demás.
Tiene el sueño tranquilo, la mirada condescendiente, el gesto cariñoso, la disposición de ayuda y la sonrisa incluso frente a las más duras adversidades.
Porque debemos ser claros en que la vida es finita y que desconocemos cuándo será nuestro último día con ella, por lo que debemos vivir cada día como si fuera el último y dejar el mejor recurso, las enseñanzas y las sonrisas a nuestros conocidos.
Una persona feliz se despide de este mundo con la conciencia tranquila, sabedora que si bien pudo hacer mucho más, intentó todo lo humanamente posible por mejorarse a sí misma, a sus congeneres y a su entorno.
La verdadera felicidad no es un sentimiento único y propio. Quien es realmente feliz contagia de su positiva actitud, y cuando abandone este mundo los demás lo recordarán con cariño, con una sonrisa y como un ejemplo a seguir.
La tarea es ardua pero el camino es más fácil de lo que parece si lo emprendieramos TODOS.
¡Es cuestión de actitud!