Cali, abril 15 de 2025. Actualizado: martes, abril 15, 2025 20:23
Simón “el bobito”, el puerto de Buenaventura y el río Dagua
“Vio un montón de tierra que estorbaba el paso,
y unos preguntaban: ¿Qué haremos aquí?
Bobos, dijo el niño, resolviendo el caso:
que abran un gran hoyo y la echen allí.”
Rafael Pombo
Esta ingenua solución que Rafael Pombo puso en boca de “Simón el Bobito” es, curiosamente, la misma que hemos aplicado en Buenaventura: dragar y dragar una y otra vez, mientras los lodos siguen llegando al puerto como un recordatorio amargo de que, sin abordar las causas, los problemas no se resuelven, se eternizan.
El río Dagua es un titán indomable, que cae desde los 2,500 metros sobre el nivel del mar hasta la bahía de Buenaventura en apenas 150 kilómetros. Por el camino, arrastra toneladas de sedimentos que terminan obstruyendo el puerto, el alma comercial del país.
En sus primeros 50 kilómetros, la cuenca alta, el río desciende con pendientes de hasta 40 grados, arrastrando consigo toneladas de sedimentos.
En los siguientes 60 kilómetros, la pendiente se modera, pero los afluentes aumentan su caudal y su carga de sedimentos.
Y en los últimos 40 kilómetros, ya con pendientes suaves, el río deposita todo lo que ha arrastrado en la bahía, obstruyendo el puerto.
Obvio que además del Dagua también aportan sedimentos otros factores, como las mareas, la erosión costera y algunas obras de infraestructura. Pero basta ya de jugar a vaciar el mar con un colador. ¿No sería más sensato atacar las causas raíz río arriba? Esto implica una gestión integral de la cuenca, basada en la naturaleza y en la sostenibilidad.
Es esencial reforestar la cuenca y que los dueños de los predios rurales mantengan en cobertura arbórea la zona protectora del río para reducir al mínimo los desprendimientos de tierra. Esto significa aplicar el decreto 1449 de 1997, conocido como el decreto “que no pegó” creado hace medio siglo para proteger y restaurar el “camino de la vida” de las cuencas: los treinta metros sagrados a lado y lado de los cuerpos de agua.
La CVC carga con una inmensa deuda ambiental, al haberse negado a aplicar las sanciones administrativas correspondientes.
El atraso es tan grande que, el gobierno nacional no pudo tener en cuenta esas riberas, como parte del cumplimiento de la meta tres “30×30” del Marco de Biodiversidad Kunming Montreal que se realizó en Cali, como lo afirma el viceministro de Políticas y Normalización Laboral Mauricio Cabrera Leal: “ya que a nivel nacional no se cuentan con indicadores nacionales ni datos consolidados en la materia”.
Además de reforestar, es necesario construir barreras de retención de sedimentos, apostar por prácticas agrícolas sostenibles como la agroforestería y restaurar humedales y riberas, devolviendo al río su equilibrio natural. Y claro, dragar, pero no como la solución estrella, sino como parte de una estrategia integral.
Ejemplos de éxito sobran:
En el Rin, Europa apostó por reforestar y restaurar humedales, logrando ríos más limpios y menos erosión.
China, en el río Amarillo (Huang He), utiliza presas para atrapar sedimentos antes de que lleguen a los puertos.
Y en el Loira, Francia, los meandros y riberas vegetadas han revolucionado la ingeniería natural.
Mientras tanto, en la cuenca del Dagua, la CVC no ha siquiera priorizado el Plan de Ordenación y Manejo de Cuencas Hidrográficas (POMCA) ni el Plan de Ordenamiento del Recurso Hídrico (PORH).
Pese a que el 6 de septiembre de 2024, la gobernadora Dilian Francisca Toro, a través del CODEPARH (coordinado por el ingeniero ambiental Diego Victoria), solicitó formalmente a la CVC priorizar estos planes. Sin embargo, la respuesta ha sido el silencio. Funcionarios de la autoridad ambiental solo comentan, entre dientes, que la cuenca del Dagua “no está priorizada”.
Inaudito. No sabemos qué va a pasar. Lo cierto es que lo que se juega aquí es estratégico: la competitividad del puerto de Buenaventura, un eslabón clave para el comercio con Asia, especialmente para China.
No podemos seguir siendo “bobitos”. Dejemos de abrir hoyos para esconder problemas y trabajemos río arriba con inteligencia y visión. Si el Dagua fluye como debe ser, fluirá también el futuro de Buenaventura y de todo el país.