Cali, julio 17 de 2025. Actualizado: miércoles, julio 16, 2025 23:34

carlos hernan rodriguez columnista

Sin respeto, no hay ciudad

Carlos Hernán Rodríguez Naranjo

Cali me duele. Y como exconcejal durante doce años, conozco de cerca sus avances, sus desafíos y, sobre todo, sus heridas más profundas.

Hoy quiero alzar la voz frente a una de esas heridas que amenaza con volverse crónica: el irrespeto creciente a la autoridad, especialmente a los agentes de tránsito.

Lo vemos a diario. Conductores que ignoran señales, que agreden verbal o físicamente a los agentes, que hacen de la evasión una norma y no una excepción.

Se trata de una problemática que no es nueva, pero que se ha normalizado peligrosamente. Y no, no es un asunto exclusivo de Cali. Este fenómeno recorre muchas ciudades intermedias del país. Pero aquí, en nuestra ciudad, se siente con una fuerza alarmante.

¿Qué nos está pasando como sociedad que perdemos el respeto por la institucionalidad? ¿En qué momento dejamos de ver a la autoridad como un pilar de convivencia y empezamos a verla como un obstáculo? El agente de tránsito no está para incomodarnos, está para garantizar que todos —peatones, ciclistas, conductores— podamos movernos seguros por las calles.

Las normas no son imposiciones arbitrarias. Son reglas que nos protegen. Al transgredirlas no solo cometemos una infracción, también contribuimos a deteriorar la confianza ciudadana y debilitamos el tejido institucional.

Este no es un llamado a la obediencia ciega, sino a la civilidad. El respeto a la autoridad es una forma de corresponsabilidad social.

Reconocer la labor de quienes trabajan por el orden no nos hace menos libres, nos hace más justos y más conscientes.

Una búsqueda rápida en los titulares nacionales basta para confirmar la gravedad del problema: el número de agresiones contra agentes de tránsito no deja de crecer. ¿Qué clase de sociedad queremos construir si normalizamos la violencia contra quienes representan las reglas comunes?

Cali, como muchas otras ciudades intermedias, necesita recuperar el respeto. El respeto por la ley, por la norma, por el otro.

Y eso empieza por reconocer el valor del trabajo de quienes hacen cumplir esas normas, muchas veces en medio de la indiferencia o el desprecio ciudadano.

Si de verdad amamos esta ciudad, si queremos una Cali más segura, más ordenada, más vivible, debemos demostrarlo también en lo cotidiano: respetando las reglas, y respetando a quienes las hacen cumplir.

El futuro de nuestra convivencia pacífica depende de ello.

Una ciudad sin cultura ciudadana está destinada a la anarquía y a la ausencia de un futuro comparto.

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martes 24 de junio, 2025
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