Un envión anímico que no se puede desaprovechar

Víctor Manuel García

Esta semana se inició en Cali el evento de la COP16, una actividad que nace en el seno de la Organización de las Naciones Unidas – ONU, como el principal espacio de discusión de temas medioambientales y de sostenibilidad en el planeta, un evento de gran envergadura que sin duda no solo pone a Cali en el radar sino a toda Colombia, y esta vez no por algo negativo sino por la organización de tan importante espacio de dialogo.

De esta manera Cali y Colombia misma se ponen a la altura de ciudades como Montreal, en Canadá; Ginebra, Suiza; Whan en China; Buenos Aires, Argentina; Milán en Italia, Rio de Janeiro, Brasil, entre otras, es decir durante estos 15 días estará en la misma “sintonía” de estas grandes capitales del mundo.

Ahora, se está hablando de la COP 16, pero qué es: pues bien, en palabras sencillas, la COP nace en una cumbre celebrada en Rio de Janeiro, Brasil en 1992, como un espacio donde los países buscan ponerse de acuerdo para frenar la acelerada perdida de biodiversidad en el planeta, un aspecto en el cual Colombia es sumamente relevante, pues nuestro país es de acuerdo a diversas organizaciones medio ambientales, el tercer país más biodiverso del mundo.

En Cali se abordará el seguimiento para avanzar en un plan global para detener y revertir la pérdida de biodiversidad para el año 2030, denominado como el Marco Mundial Kunming-Montreal, el cual se firmó precisamente en Canadá durante la realización de la COP15 y el cual se enmarca en tres objetivos principales: la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos.

Este año para la COP en su versión número 16 están confirmados hasta el momento, además del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, 14 jefes de Estado entre los que se destacan la recién posesionada presidente de México, Claudia Sheibaum, el presidente Lula de Brasil, Dina Boluarte de Perú, Nana Akufo-Addomás de Ghana, así como 110 ministros de medio ambiente de igual número de países, el presidente del Banco de Desarrollo para America Latina, CAF, el Director del Banco Interamericano de Desarrollo – BID, además de múltiples agencias públicas, privadas y multilaterales de cooperación internacional.

En otras palabras, Colombia se ha marcado un “hit” con la organización de este evento y, por supuesto, hay que reconocer que también hay cosas para resaltar del gobierno de Gustavo Petro y esta es una de ellas, pues en gran medida por su activismo y figuración internacional en pro de la sostenibilidad, se logra consolidar a Colombia como organizador de este evento y sin lugar a dudas el suroccidente del país será el más beneficiado con esta actividad.

Esta es una oportunidad de “oro” para Cali, una ciudad que en los últimos años ha sufrido el embate constante de la violencia, la corrupción, el olvido del gobierno central y lo peor de todo, de la estigmatización a partir de su realidad.

El alcalde Alejandro Eder tiene en sus manos la posibilidad de “aprovechar” la dinámica generada por un evento de esta magnitud y su gran desafío será que este impulso no solo dure 15 días, sino que se extienda y perdure en el tiempo, como si este se convirtiera en un punto de inflexión positivo.

Por fortuna para la ciudad Eder es un alcalde con todas las capacidades para lograr que la “rueda” no pare de girar.

Sin embargo, para que el envión anímico y económico perdure, no solo basta con que el alcalde tenga buenas intenciones y toda la disposición para que esto suceda, también necesita que su gabinete se conecte de una vez por todas con las realidades de la ciudad y que en el Concejo encuentre “eco” para construir en equipo una ciudad que reviva y se reposicione como uno de los ejes de desarrollo del país.

No todo es malo, no todo es polémico, esperemos que este “hit”, el gobierno y en especial el presidente Petro no lo “tire por la borda” con alocuciones o intervenciones públicas salidas de tono y de alta generación de polémica, es decir, como decían los abuelos: “que lo escrito con la mano, no sea borrado con el codo”.