Buenaventura en crisis: la tregua rota

La tregua entre Los Shottas y Los Espartanos en Buenaventura se rompió, llevando nuevamente a la ciudad a un escenario de enfrentamientos y temor.

Lo que se presentó como un avance hacia la paz urbana terminó siendo una pausa temporal que en nada resolvió el problema de fondo.

Ahora, las balaceras, asesinatos y extorsiones han regresado, afectando a comerciantes, transportadores y ciudadanos que intentan llevar una vida normal en medio del caos.

Los recientes ataques en sectores como La Bocana, La Fortaleza y Pampalinda evidencian que el crimen organizado sigue teniendo el control.

A pesar de algunos operativos y capturas, las estructuras criminales permanecen intactas, y el miedo continúa marcando la vida diaria de los bonaverenses.

Las preguntas que surgen son inevitables: ¿Realmente hubo tregua o simplemente un reacomodo de intereses entre las bandas? ¿Por qué el Estado sigue sin lograr una presencia efectiva que garantice la seguridad de la población?

Mientras el narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal sigan generando ingresos millonarios para estas organizaciones, la violencia no disminuirá.

La ausencia de una estrategia real de seguridad ha convertido a Buenaventura en un campo de batalla sin fin.

El puerto más importante del Pacífico colombiano no puede seguir sometido a la voluntad de grupos criminales.

La inversión privada huye ante la inseguridad, el turismo se ve afectado y la comunidad vive en permanente zozobra.

Sin decisiones firmes, Buenaventura seguirá atrapada en un ciclo de violencia que ni la tregua ni las promesas gubernamentales han logrado romper.

Se necesitan acciones contundentes: presencia estatal efectiva, desmantelamiento de redes criminales y oportunidades reales para los jóvenes que hoy ven en el crimen la única salida.

Sin esto, la tregua rota será solo el preludio de una crisis aún más profunda.

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