Chocó: la tragedia ignorada

Lo que ocurre en el Chocó no es nuevo, solo que ahora, con el avance de los grupos criminales y el confinamiento de casi 2.000 familias indígenas, la situación se ha vuelto insostenible.

La indiferencia del gobierno nacional y la permisividad con estos actores armados han permitido que la crisis escale hasta niveles alarmantes.

Este conflicto es la consecuencia directa de la estrategia de “ceses al fuego bilaterales” impulsada por el presidente Gustavo Petro, que en lugar de reducir la violencia, fortaleció a los grupos armados ilegales.

Mientras las Fuerzas Militares quedaron atadas de manos, el ELN y el Clan del Golfo aprovecharon la tregua para expandir su control territorial, reclutar más combatientes y afianzar sus economías ilegales.

El saliente ministro de Defensa, Iván Velásquez, estuvo de espaldas al Chocó, al igual que el presidente Petro, quien solo apareció para dar un discurso vacío sin tomar medidas concretas para recuperar la seguridad.

El confinamiento de miles de familias indígenas equivale a un secuestro masivo.

Estas comunidades no pueden salir de sus hogares porque quedarían en medio del fuego cruzado, mientras la instalación de explosivos en espacios públicos demuestra que el terror es la herramienta con la que operan estos grupos.

La violencia ha aumentado y se ha trasladado a nuevos territorios con total impunidad.

El gobierno de Petro vendió la idea de que con el diálogo y la tregua los grupos criminales cambiarían su actuar, pero lo que ha ocurrido es lo contrario: más violencia, más desplazados y mayor control territorial de estas estructuras.

Mientras la administración central siga negando la realidad, los habitantes del Chocó seguirán siendo víctimas de un conflicto que ya no se puede seguir ignorando.

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