Cuando manda el nepotismo

Los casos de las parejas de dos funcionarios de la Casa de Nariño que se beneficiaron de millonarios contratos con entidades del gobierno nacional no son la excepción de la regla, por el contrario, son el común denominador en alcaldías, gobernaciones y todo tipo de entidades estatales marcadas por el nepotismo.

Lamentablemente este tipo de favorecimientos no son ilegales, por lo que los beneficiarios no reciben ningún tipo de sanción, a veces ni social, pero sí dicen mucho de la ética con la que ciertos funcionarios manejan los cargos y disponen de los recursos públicos, en beneficio propio y en detrimento de la calidad de los servicios, obras y proyectos que contratan.

En nuestro país lo público es negocio de familia, por eso cuando el jefe político se retira, lo sucede su esposa, su hijo o su hermano, y es por ello también que los altos cargos de municipios, departamentos y la misma nación están llenos de familiares de concejales, diputados y congresistas, en muchos casos sin más mérito que su vínculo de sangre, para garantizar el favorecimiento a la hora de contratar. Y para colmo de males, esta es una práctica en la que incurren políticos de izquierda, de centro y de derecha, no se salva ninguna tendencia.

Es por esta misma razón que a nuestro Congreso no se le ha ocurrido establecer ciertos límites tanto en la elección como en la contratación pública relacionados con el parentesco, pues se afectarían todas aquellas empresas electorales que funcionan con la lógica de negocio familiar.

Esta falta de ética de personas que manejan lo público lleva a que se contrate lo que no se necesita o a quien no cumple con el perfil y, por lo tanto, perjudica a la ciudadanía que, al final de cuentas, no recibe servicios ni obras de calidad.

Comments