El peligro de una Constituyente a la medida

El presidente Gustavo Petro insiste en convocar una asamblea constituyente. Lo hace cuando le queda menos de año y dos meses de gobierno, en medio del desgaste político de su mandato.

La excusa son las reformas sociales, pero el verdadero objetivo parece otro: encontrar una fórmula para quedarse en el poder.

La Constitución establece que sólo el Congreso puede aprobar la convocatoria a una Constituyente. Pero el presidente y sus aliados ahora hablan de recoger ocho millones de firmas para evitar ese paso.

Es decir, quieren cambiar la Constitución sin respetar las reglas que la propia Constitución impone, una señal muy grave.

Más preocupante aún es lo que podría venir después. Una asamblea constituyente que no pase por el Congreso podría modificar lo que quiera: la estructura del Estado, el equilibrio entre los poderes y hasta habilitar la reelección presidencial.

Todo bajo el pretexto de “escuchar al pueblo”, cuando en realidad se está usando el respaldo de una minoría como justificación para romper el orden institucional.

Colombia no necesita una nueva Constitución, necesita que el gobierno respete la actual. Las reglas están claras, pero el presidente insiste en ignorarlas.

Lo hizo con el decreto de la consulta popular que el Congreso negó, y ahora quiere hacer lo mismo con la constituyente.

Una constituyente mal convocada, sin límites y sin control, es una puerta abierta al autoritarismo. Por eso hay que decirlo sin rodeos: no es momento de cambiar la Constitución, es momento de cumplirla.

Si el presidente quiere reformas, debe tramitarlas por los canales legales, cambiar las reglas para favorecerse a sí mismo no es cambio, es abuso de poder.

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