Cali, diciembre 4 de 2024. Actualizado: miércoles, diciembre 4, 2024 20:06
A pesar de los riesgos y advertencias, el uso de pólvora sigue causando víctimas humanas y animales, reflejando fallas sociales y de control.
Pólvora: una tradición que debe extinguirse
Cada año, el inicio de diciembre nos enfrenta con la misma tragedia: personas quemadas, amputadas e intoxicadas por el uso irresponsable de la pólvora.
Solo en los primeros tres días de este mes, 48 personas resultaron afectadas en Colombia, incluidos 15 menores de edad.
En el Valle del Cauca fueron registrados tres casos, entre ellos un menor y dos adultos.
Es un problema que no solo expone la irresponsabilidad individual, sino también la falta de control por parte de las autoridades, que a pesar de campañas y decomisos no logran frenar la venta ilegal y el uso indiscriminado de estos explosivos.
El impacto no se limita a los humanos.
Los animales sufren terriblemente durante estas fechas.
En Cali, la alborada dejó a 62 animales afectados, un aumento del 72% frente a 2023.
El estrés, el miedo y los daños físicos que la pólvora les genera a las mascotas no solo evidencian una falta de sensibilidad hacia los seres sintientes, sino también una falla educativa y cultural.
Los animales se enfrentan a riesgos mortales por algo que, lejos de ser una tradición inofensiva, se ha convertido en un grave problema social y ambiental.
Los datos reflejan un fracaso colectivo.
Las campañas preventivas y las recomendaciones de cuidado son ignoradas.
Peor aún, hay adultos que compran pólvora para sus hijos o la manipulan bajo efectos del alcohol, perpetuando la tragedia.
¿Cuántos quemados más, cuántos animales más tienen que sufrir para que entendamos que esta práctica no solo es peligrosa, sino insostenible en una sociedad que aspira a la convivencia y al respeto por la vida?
La solución requiere un cambio profundo.
Por un lado, las autoridades deben reforzar los controles, atacar la raíz de la venta clandestina y garantizar sanciones reales para los infractores.
Por otro, la ciudadanía debe asumir su responsabilidad.
Cuidar a los menores y respetar a los animales no son actos heroicos, son deberes básicos en cualquier sociedad civilizada.