Que el gobierno deje de derrochar

El gobierno del presidente Gustavo Petro presentó un presupuesto para 2025 que, a todas luces, carece de sustento realista.

Con un monto total de $523 billones, un incremento del 3,9% respecto al año anterior, resulta alarmante que $12 billones de esta suma dependan de una reforma tributaria aún por aprobar.

Esta “cifra mágica” refleja un manejo irresponsable de las finanzas públicas, basado en cuentas alegres que ignoran la realidad económica del país.

El Congreso de la República tiene la obligación de debatir de manera pausada y rigurosa cualquier modificación al sistema tributario, escuchando las voces de los colombianos que ya sienten los efectos nocivos de la reforma anterior, promovida por este mismo gobierno.

En lugar de recurrir, una vez más, a exprimir el bolsillo de los ciudadanos, ¿no sería más sensato reducir el gasto público? La apertura de 10 nuevas embajadas, que le costarán al país $51 mil millones al año, es un claro ejemplo de despilfarro burocrático. ¿Por qué no recortar estos gastos innecesarios en lugar de continuar con un aumento desmedido del presupuesto?

Sin embargo, el gobierno parece estar más enfocado en seguir su propia agenda, sin prestar atención a los resultados negativos que ya son evidentes.

Además, es incoherente que se pretendiera aumentar el presupuesto cuando la ejecución de los recursos asignados este año fue deficiente.

Un gobierno que derrocha en burocracia e incumple en la ejecución no debería pedir más dinero, y mucho menos a costa de más impuestos para los colombianos.

Es momento de que el Congreso asuma su responsabilidad y detenga esta carrera hacia el endeudamiento y la presión fiscal. Los colombianos merecen un manejo financiero responsable. No más cargas tributarias para tapar los errores de un gobierno que parece no tener límites a la hora de malgastar.

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