Cali, mayo 15 de 2025. Actualizado: miércoles, mayo 14, 2025 23:19

El Estado debe exigir el fin del reclutamiento de menores como condición inamovible en cualquier negociación con grupos armados

Reclutar niños para la guerra, un crimen sin perdón

Reclutar niños para la guerra, un crimen sin perdón
Foto: ChatGPT
jueves 15 de mayo, 2025

El reclutamiento de menores de edad por parte de grupos criminales no solo es una violación al Derecho Internacional Humanitario: es una herida moral que degrada a cualquier sociedad que lo permita.

Que en Colombia niños y niñas sean arrancados de sus hogares, instrumentalizados como informantes, combatientes o escudos humanos, es inaceptable.

Más aún cuando, como lo advirtió la ONU en su más reciente visita al Catatumbo, estas prácticas ahora se promueven también desde las redes sociales, plataformas como TikTok o Facebook, utilizadas para atraer y manipular menores en condiciones de vulnerabilidad.

El Estado colombiano, que ha firmado convenciones internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño, tiene la obligación de garantizar a los menores su derecho a vivir libres de violencia, a crecer en entornos seguros y a desarrollarse plenamente. Estos derechos no pueden estar sujetos a ninguna negociación.

El reclutamiento forzado es un crimen de guerra y debe ser tratado como tal, sin excepciones ni ambigüedades.

Por eso, si el gobierno del presidente Gustavo Petro pretende continuar acercamientos con organizaciones armadas ilegales —muchas de las cuales ya se han beneficiado de ceses bilaterales y zonas de concentracióndebe fijar un límite claro e inamovible: ningún proceso podrá avanzar si no cesa de inmediato el reclutamiento de niños y adolescentes.

La protección de la niñez debe ser una línea roja, no una ficha más en la mesa de negociaciones.

El Icbf debe intensificar su presencia en regiones como el Catatumbo, pero no puede estar solo.

La tarea es del Estado en su conjunto. Mientras un solo niño sea reclutado, Colombia seguirá en deuda con su infancia, y esa deuda no la paga ni el perdón ni la impunidad: la paga la acción decidida por la vida y la dignidad de quienes apenas comienzan a vivir.


Reclutar niños para la guerra, un crimen sin perdón

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